Es sencillo alcanzar el pequeño islote de Na Galera, aquel que se divisa desde el Puro Beach de Cala Estància. Es subirse a una lancha neumática, y en pocos minutos el equipo desembarca en la reducida ínsula que un día fue territorio de ocupación púnica. En tierra, los arqueólogos continúan excavando una serie de estructuras: las delimitan, las documentan y recogen los restos que puedan ir apareciendo. Lo primero que llama la atención es un gran cuadrado central (por los sillares: un edificio con estructura monumental), que debió funcionar entre los siglos IV y III a.C., esto es, en época púnica. ¿Qué uso podría tener esta gran estructura que preside el islote de Na Galera? "No lo tenemos confirmado, pero está en estudio que podría tratarse de un centro ceremonial, de un edificio de culto", apunta el arqueólogo Jorge Argüello. La hipótesis para sostener dicha aseveración se apuntala en el hecho de que en el yacimiento "han aparecido muy pocos restos de materiales de almacenaje o transporte [como ánforas], o domésticos", así "no debía de tratarse de un asentamiento en el que se llevaban a cabo intercambios comerciales".

Argüello, junto al otro arqueólogo del yacimiento, Ramon Martín, hace reparar en una posterior ampliación de dicha estructura, que tuvo lugar entre los siglos III y II a.C. "Con esta primer agrandamiento de esta habitación, no tenemos nada claro que el edificio continuara siendo una estructura de culto", comentan. Pero la cosa no se quedó ahí en Na Galera, pues su ocupación da para más historias e Historia. Tras el derrumbamiento de esta estructura ampliada, arribaron a la isla algunos pobladores de época baleárica (siglo II a.C.), quienes, aprovechando las antiguas estructuras púnicas, levantaron un muro de forma oblonga. El uso que le dieron podría estar relacionado con el trabajo metalúrgico [justo ayer los arqueólogos dieron con una punta de lanza], habida cuenta de que se han encontrado cuatro hornillos.

La última estructura que el equipo está excavando es un aljibe de grandes dimensiones que probablemente se utilizaba para almacenar agua de lluvia. Es plausible que estuviera relacionado y conectado con el primer edificio púnico.

Ramón Martín asegura que este yacimiento que empezó a excavarse el año pasado es más importante -por las estructuras- que el otro púnico que hay en el archipiélago, Na Guardis, en la Colònia de Sant Jordi. Por otra parte, el historiador añade que en el islote de Cala Estància se halló el año pasado un cadáver enterrado que tras los análisis de carbono-14 ha podido concluirse que se trata de los restos de un joven (varón) de en torno a 21 años que data del 130 a.C. "Debió morir de forma violenta. Sabemos que tenía clavada una espina de raya en el estómago, lo que no sabemos es si fue un accidente o alguien se la clavó", conjetura Argüello.

El equipo que está hoy [ayer] y los 30 días que dura la campaña de excavación en el islote lo conforman voluntarios (éstos se van turnando). Es más, para llevarla a cabo no se ha recibido ninguna subvención pública. Además de Argüello y Martín, trabajaban ayer in situ la restauradora Silvia Jovani, el antropólogo Javier Sáenz, el especialista en vidrio púnico Toni Gayá, la estudiante de Historia del Arte Esther Márquez y los voluntarios Gabriel Pascual y Natalia Loeffler.

Por último, el equipo científico -verdaderos amantes y ´filántropos´ del patrimonio- asegura que harán falta tres años más para completar la excavación del islote. Luego deberían llegar las fases de consolidación, conservación, musealización y difusión, siempre que las autoridades competentes en Patrimonio cumplan con su verdadera función de velar por el mismo.