"Mi vida está dividida en capítulos que llevan nombres de ciudades: Barcelona, París, Nueva York y Boston; una vida nómada con demasiados cambios pero sin ningún momento aburrido". Palabra de Josep Lluís Sert, quien también repartió instantes decisivos de su existencia entre Mallorca y Eivissa (Cap Martinet), isla en la que, a petición propia, se le dio sepultura.

El realizador mallorquín Pablo Bujosa es el responsable de haber recuperado en un documental -J. L. Sert. Un sueño nómada- la figura del catalán, de cuya muerte se acaban de cumplir 30 años, un metraje disponible en castellano, catalán e inglés que cuenta con material inédito (parte de él procedente de un documental de Robert Gardner filmado entre 1966 y 1978 que jamás llegó a editarse) y con muchas entrevistas a personalidades que conocieron de cerca a uno de los grandes arquitectos del siglo XX. La película, de casi hora y media de duración, "no es un material técnico para arquitectos, sino que va dirigido a un público generalista: me he centrado en resaltar tanto su trayectoria profesional como su vertiente más humana", apunta el mallorquín, también guionista de la cinta que ha sido coproducida por su propia empresa (Alè Produccions), La Perifèrica, Oberon Cinematogràfica e IFFI Productions. También ha producido TVE y se ha contado con la participación de Televisió de Catalunya.

Inyectarle factor humano a la película, que se presentará el próximo 4 de abril en la Fundació Miró de Barcelona y probablemente a finales de julio en la de Palma (la fecha aún no está cerrada), ha sido posible gracias a las entrevistas a personalidades que le conocieron en vida. Bujosa enumera a sus amigas Teresa Guillén (la hija del poeta Jorge Guillén), Ángela Giral (nieta del político español José Giral), así como a los arquitectos Rafael Moneo, Oriol Bohigas, Jaume Freixa, Mario Corea, Mario Torroella o al pulitzer y crítico de arquitectura Robert Campbell.

A Bujosa, quien supo por primera vez de la figura de Sert mientras realizaba junto a Pilar Rubí el documental de los 40 años de la galería Pelaires, le sedujo del arquitecto su biografía "apabullante". "Es un poco como el Zelig de Woody Allen, ese secundario de lujo en momentos cruciales de la historia". Porque, en efecto, Sert conoció a los artistas más destacados de su generación, en concreto a Calder, a Picasso y a Miró -a quienes unió en el Pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París de 1937-, a Buñuel, a Chagall, Mondrian, Duchamp o Max Ernst.

Gracias a los testimonios de los encuestados, escenas cotidianas -algunas con Moncha, su esposa-, retratos del espacio y sus proyectos y material de archivo, Bujosa ha elaborado un documental biográfico (que ha contado con la realización y montaje de Miguel Ángel Abraham) que se detiene en las distintas etapas del arquitecto (con bastante énfasis en la americana), cuyo éxito, según el director mallorquín, se debe a "su carisma personal". El catalán, explica Bujosa, se presentaba de manera ciertamente ambigua en sus creencias: "Era de procedencia aristócrata pero de ideas progresistas y republicano; era libertario, pero a la vez católico; catalán pero también se sentía español", explica el realizador, quien optó por no entrevistar a la familia del gran arquitecto porque "tampoco tuvo demasiada relación con ella", indica.

La cinta sigue el orden cronológico de los acontecimientos, y para realizarla hubo que viajar mucho: a Mallorca, a Barcelona, a Saint-Paul- de-Vence, a EE UU, país actual de residencia de Bujosa. En este punto, en la realización del documental, fue muy destacable la ayuda de la arquitecta mallorquina afincada en Barcelona Marta Charneco, cuya tesis gira en torno a la figura del catalán. Durante el proceso de gestación del proyecto, se dio la milagrosa casualidad de que a la joven se le concedió una beca de la Agència de Gestió d´Ajuts Universitaris i de Recerca (AGAUR) para pasar seis meses en la Escuela de Diseño de Harvard, donde Sert fue decano durante sus años de exilio. Precisamente es en dicha escuela donde se custodia su archivo personal de aquella época, tesoro que pudo consultar Charneco. "Fui invitada a Harvard por Rafael Moneo, profesor y primer titular de la cátedra Josep Lluís Sert de Arquitectura, y estuve allí entre agosto de 2011 y marzo de 2012", explica. No en balde, el pasado 8 de marzo tuvo lugar la presentación de este documental en la citada universidad americana, que contó también con la intervención del arquitecto navarro, autor del edificio que alberga la Fundació Miró de Palma. "En Harvard pude preparar todas las entrevistas de la película, y también pude conseguir contactos de sus colaboradores, fotos, cartas, etc", refiere.

En referencia a los proyectos en Mallorca, la arquitecta isleña recuerda que, desde el año 39 hasta los cincuenta, "Sert no practicó la arquitectura, sino que sobre todo se centró en proyectos de urbanismo". Sin embargo, en los cincuenta, cuando le dejaron regresar de manera puntual a España -se movió únicamente y por entonces en el universo Miró, y entre Barcelona, Mallorca y Eivissa-, abandonó la firma de planificación urbana para regresar de nuevo a la arquitectura. En concreto, lo hizo en 1955, en Palma, de la mano del estilo mediterráneo con el proyecto del taller para el genial pintor. Poco después, se encargaría de diseñar la Fundación Maeght de Sant Paul de Vence, inspirada sin duda en su proyecto mallorquín, para pasar a proyectar a continuación importantes edificios en Harvard y Cambridge.

Cierto es que el diseño del estudio de Miró en Palma era muy avanzado para su época. Algo que no debería extrañarle a nadie, habida cuenta de que el catalán era el presidente del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (también lo fue del GATCPAC), por lo que participaba activamente en el debate de la arquitectura internacional. "Sert quería dejar atrás la imagen fría del racionalismo, y abogaba en aquel momento por recuperar la expresión en la arquitectura", señala Charneco. "Esto se ve muy bien en el taller de Cala Major, en el uso de materiales, colores y en los captadores de luz y cómo le dio expresividad a la fachada", añade. Asimismo, cabe señalar que la relación entre Sert y Miró fue muy especial. Ambos estuvieron muy conectados, no en balde hay que recordar la correspondencia entre ambos, publicada en un tomo por el CENDEAC y la Fundació de Palma, y estudiada por Patricia Juncosa. "Se entendían muy bien: Miró estaba muy preocupado por hacer murales grandes y de que éstos entraran en contacto con la gente", indica la arquitecta. Por otra parte, la relación del arquitecto catalán con los artistas plásticos fue tal (su tío también lo fue) que incluso llegó a afirmar: "Como muchos arquitectos, en el fondo soy un pintor". Pero jamás llegó a serlo, asegura Charneco.