-El punto de partida del libro es la desaparición de una niña y la forma como los padres siguen viviendo. ¿Hasta qué punto es importante el olvido para vivir?

-Me cuesta contestar porque yo perdí un hijo y siempre digo que la felicidad nunca la tendré ya. Me siento mutilada, pero continúo viviendo. Lo que he tomado como un orgullo personal es que nadie me vea llorar ni derrotada. Mi hijo tenía 35 años, pero es una injusticia enorme. Con una criatura es peor, pero sí, la mayoría de personas son capaces de sobreponerse al dolor.

-La pareja no sale bien parada. ¿Es muy distinto el amor a la convivencia?

-La relación amorosa tiene un porcentaje elevado de fracasos, incluso en las mejores circunstancias, pero el amor se expresa de otras muchas maneras: con amigos, hermanos€ Lo ideal es la pareja, porque la sexualidad complementa al afecto, pero la felicidad en una pareja es muy poco literaria, porque una novela es básicamente conflicto.

-Lo que trata con llamativa naturalidad y claridad es el sexo€

-Hay escenas de sexo explícito, pero nunca escribiré Cincuenta sombras de Grey [ríe]. Maria Aurèlia Capmany me dijo una vez que no veía la necesidad del sexo explícito. Yo creo que se ha de mantener un cierto equilibrio, porque la pornografía es muy aburrida€ Quizá esta vez se me ha ido un poco la mano [ríe].

-¿El arte del siglo XXI es demasiado previsible, como dice un personaje?

-Es previsible si no rompes el canon, si dices que después de Picasso ya no hay pintura. Él rompió unos, rompamos otros.

-Otro personaje dice que si la empresa se hunde, se hunden todos, y si va bien, los trabajadores no reciben ni las gracias. Muy actual ¿no?

-Una pura evidencia. Mire lo de Nissan. Los trabajadores dijeron que no aceptarían que los nuevos cobraran menos, la empresa dijo que se iba y al final han aceptado que ganen un 20 % menos. Han hecho bien, pero se han bajado los pantalones.

-¿Queda alguna otra salida que la resignación?

-Soy de izquierdas y eso significa luchar contra la resignación y por cambiar las estructuras. Cuando habíamos avanzado, llega la crisis y nos pone a todos de nuevo resignándonos para comer, pero no es la solución. Es lo contrario de la solución.

-Ni en el arte ni en la cocina basta con ser bueno, porque están las mafias, leo. ¿Conoce muchas en la literatura?

-Y tanto. En cultura hay unas pocas personas que manejan el cotarro, que son quienes tienen los altavoces. Si cuatro poderosos de los medios de comunicación quieren hacer grande un libro, lo hacen. ¿Qué literatura ha dominado en cada siglo? La de la potencia del momento. La relación entre literatura y poder es palpable.

-Su Josep Morgades tiene madera de líder y acaba invisible. ¿Es un símbolo de la situación de la política?

-Que el lector decida. Esta novela es de interpretación abierta. Los invisibles pueden ser las mujeres o los obreros a lo largo de la historia. O las naciones sin estado€

-¿Pero los partidos no quedan como un nido de víboras?

-En política hay de todo, pero los que dominan son pocos y les da igual ser de izquierdas o derechas. No hay ideología, sino poder.

-¿Y ahora hay también dinero?

-Quieren dinero quienes no tienen acceso a otras cosas. Si solo buscas dinero es porque sabes que no destacarás. Los que solo buscan el dinero es que no son ambiciosos, son unos desgraciados.

-Estrena editorial, ¿por qué?

-Tenía esta historia escrita y, aunque mi relación con Edicions 62 sigue siendo óptima, quería demostrarme que soy libre.