El momento más tenso del encuentro entre Brotons y Minaya se produjo después de una intervención en la cual el gerente señaló su propósito de alejar a la Simfònica del olor a naftalina que puede caracterizar a ciertos sectores de la música clásica. "Yo no apesto a naftalina", espetó el director catalán. "Si ha habido un director que ha querido acercarse al público, comunicar con él, ése he sido yo. Si tengo fama de algo es precisamente de no querer distanciarme de los espectadores", subrayó. El desencuentro entre directores y gerencia no es algo nuevo en el seno de la ´Ciutat de Palma´. Phillippe Bender ya se marchó de la orquesta con quejas similares. "Tal vez el gerente de la orquesta (Sebastià Roig) no quería que me quedase", afirmó en 1998. "El director de la Simfònica no tiene tanto poder como su gerente", declaró en 2009.