La crisis está en todas partes y es tal su presencia que muchos han visto cómo ha llegado a apoderarse de sus horas de descanso. Los trastornos del sueño afectan a cerca del 40 por ciento de la población española en algún momento de su vida y la recesión económica, según los especialistas, ha incrementado en un 10 por ciento las consultas por esta patología.

La primera causa de insomnio crónico son los malos hábitos de sueño, que pueden ser involuntarios, caso de aquellos que trabajan por turnos, o voluntarios, frecuentes en personas que se acuestan cuando quieren o eligen cenas muy copiosas; mientras que la segunda reside en las alteraciones del estado de ánimo, donde precisamente entra en juego la crisis. El tipo de insomnio que más ha aumentado es el debido a la ansiedad y a la depresión. "La situación desesperada que están viviendo algunas personas hace que la calidad de sueño disminuya drásticamente", reconoce Mª Inés Barceló Artigues, adjunta de Neurología del Centro de medicina del Sueño del Hospital Universitari Son Espases.

Entre los colectivos más afectados por esta patología que, "de entrada, no es grave", apunta la doctora Barceló, figuran los parados o personas temerosas por su situación laboral, a pesar de tener tiempo y oportunidad para dormir. "La ansiedad suele dar insomnio de conciliación, es decir que una vez estás en la cama pueden pasar horas antes de que te duermas, y la depresión suele dar más insomnio de mantenimiento, esto es que te duermes relativamente rápido y te despiertas al cabo de pocas horas y ya no puedes volver a conciliar el sueño", explica.

La doctora Isabel Torrens Darder, médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, del Centro de Salud Santa Ponça, reconoce que alrededor del 40 por ciento de la población tiene algún síntoma relacionado con el insomnio (dificultad para conciliar el sueño, despertares nocturnos, despertar precoz), pero que pueda considerarse insomnes, y con ello un problema médico, el porcentaje es mucho menor, "inferior a un 18 por ciento", apunta. "Evidentemente la crisis económica ha aumentado el estado de ansiedad de la población y con ello los problemas relacionados con el sueño, sobre todo en personas predispuestas", pero aclara que las consultas por problemas de sueño "solo han aumentado ligeramente" ya que "sigue siendo muy poca" la gente que se anima a acudir a un especialista.

No se puede generalizar, pero los expertos recomiendan dormir una media de siete u ocho horas, aunque conviene recordar que conforme vamos envejeciendo el sueño es más superficial y tenemos mayor facilidad para padecer despertares breves frecuentes durante la noche. "Son necesarias las horas que hagan que al día siguiente uno se sienta bien, concentrado, sin cefalea ni irritabilidad y sin somnolencia diurna, problemas de memoria o disminución en el rendimiento laboral", señala la doctora Barceló.

El doctor Rubén Rial Planas, del departamento de Biología de la Universitat, aclara al respecto que "hay personas que necesitan dormir más que otras" y que "ni siquiera es seguro que sea preciso dormir las ocho horas que se afirma que son necesarias de una sola tirada". Y pone un ejemplo: "Es muy corriente tener el sueño dividido en dos partes con un intervalo de vigilia intermedio, sin que por eso deba considerarse que hay un problema de sueño. Uno cree que debe dormir ocho horas de una vez, pero no es siempre cierto, ni en cantidad ni en continuidad".

Las personas que duermen poco tienen más tendencia a la obesidad, y en ellas el riesgo de sufrir un accidente se multiplica por dos o por tres, además de estar relacionado con enfermedades con un trasfondo endocrino, cardiovascular o neurológico. Los problemas de sueño "siempre son factores agravantes de cualquier otra patología existente" y como resultado "la mayor parte de crisis -cardiacas, respiratorias, gástricas, dolor...- aparecen durante las horas de sueño y el número de muertes durante la noche supera ampliamente al que se da en las horas de luz", señala Rial Planas.

"Es más peligroso conducir después de 19 horas de vigilia ininterrupida que con los niveles de alcoholemia prohibidos y el número de accidentes producidos por adormecimiento al volante es superior a los determinados por el consumo de alcohol. Esto no significa que el alcohol no sea un problema; significa que la falta de sueño es aún más grave", argumenta.

¿Cuándo debemos acudir al médico si no conseguimos pegar ojo? La respuesta la da Barceló Artigues: "En cuanto el insomnio repercute en la calidad de vida del paciente". En ese caso, como bien dice la doctora Torrens, "se debe solicitar la ayuda al médico de familia o a un especialista en salud mental (psiquiatra, psicólogo), para que investigue de qué tipo de insomnio se trata, si es necesario practicar un estudio nocturno del sueño, que se llama una vídeo-polisomnografía y poder llegar a un diagnóstico y poner un tratamiento adecuado.

En cualquier caso, conviene distinguir entre insomnio de corta duración e insomnio crónico. "El insomnio de corta duración (menos 4 semanas) suele estar relacionado con el estrés, consumo de algunas sustancias (café, nicotina, anfetaminas) o de privación de otras (alcohol, fármacos). Las principales causas del insomnio crónico (mas de 4 semanas) son la ansiedad y la depresión, sobre todo en esta última puede ser el primer síntoma y como tal un síntoma de alarma que los facultativos debemos saber detectar. Debido a las circustancias actuales han aumentado estas dos patologías, y como consecuencia los problemas relacionados con el sueño. También se ha asociado a abuso de sustancias y algunos fármacos, y en ocasiones no hay ninguna causa que lo justifique", subraya la doctora Torrens.

Lo que hay que evitar "a toda costa" es la automedicación. Tomarse una pastilla significa pan para hoy y hambre para mañana. "Si se toman fármacos, estos deben tomarse siempre bajo la supervision de un médico, ya que son fármacos que producen adicción, y aunque al principio solucionan el problema y pueden ser muy efectivos, deben tomarse un corto periodo de tiempo, mientras se resuelve la causa que ha provocado el insomnio", advierte Torrens.

El consumo de hipnóticos (somníferos) se ha disparado y ha llegado a ser "monstruosamente excesivo", se lamenta el doctor Rial. "Nunca debieran superarse los diez días de consumo continuo. A partir de entonces no sólo son ineficaces, sino que son perjudiciales: pierden su utilidad como facilitadores del sueño, perturban la vigilia posterior, causan adicción física y psicológica, determinan gastos farmacéuticos innecesarios, reducen la calidad de vida, perturban la memoria... En algunos casos, por ejemplo en el caso de las apneas -continúa-, el paciente interpreta que duerme mal, pero si toma un hipnótico sus apneas empeoran y aumentan los riesgos de crisis cardiovasculares e infartos".

Precisamente la apnea es otra de las patologías relacionadas con el sueño, que hace que se interrumpa la respiración durante un breve espacio de tiempo mientras se duerme. "Los principales síntomas que produce la apnea durante el sueño son los ronquidos intermitentes con pausas en la respiración de hasta 2 ó 3 minutos, y durante el día hipersomnia (sueño excesivo), y también puede asociarse a disminución de la memoria, irritabilidad, dolor de cabeza e hipertensión arterial. El tratamiento más adecuado en principio es tratar la causa que lo ha producido, en ocasiones se precisa cirugía, si esta es debida a anomalías de las vías aéreas superiores, perder peso y la CPAP nasal (dispositivo que inyecta aire a presión positiva continua administrado a través de una mascarilla nasal). Para evitarla hay que perder peso, intentar no dormir boca arriba y no tomar alcohol o hipnóticos antes de ir a dormir, ya que estos la empeoran", describe Torrens.

Estos enfermos necesitan que su pareja les tenga que mover constantemente porque paran de respirar mientras duermen y no vuelven a coger aire hasta que les menean. Los enfermos de apnea sufren microdespertares durante la noche, su sueño se fracciona y, aunque duerman muchas horas, no logran un descanso reparador. De ahí que durante el día se encuentren cansados y no puedan concentrarse. De hecho, la somnolencia diurna es el síntoma más frecuente, aunque no todos los enfermos lo presentan. La apnea también puede provocar disfunción sexual, sobre todo en el varón, y alucinaciones nocturnas.

La lista de alteraciones de sueño es extensa. La doctora Barceló enumera las parasomnias, el sonambulismo, las pesadillas y terrores nocturnos, la hipersomnia no relacionada con desórdenes de la respiración y algunas epilepsias que son solo nocturnas. Una patología poco frecuente es la narcolepsia, trastorno neurológico que comenta el doctor Rubén Rial: "La hipersomnia es un problema opuesto al insomnio y la manifestación extrema de la hipersomnia es la narcolepsia. Ocurre en personas que tienen ataques incontrolables de sueño y caen dormidos en medio de cualquier actividad".