La Iglesia celebra hoy, 1 de noviembre, el Día de Todos los Santos, una festividad dedicada a todos los que después de haber muerto, ya han alcanzado el cielo, mientras que el día 2, Día de los Difuntos, la Iglesia y los fieles españoles y de todo el mundo, rezarán por aquellos que, habiendo fallecido sin pecados, aún se encuentran en el purgatorio para limpiar las consecuencias de los pecados cometidos.

En declaraciones a Europa Press, el profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Fermín Labarga, ha explicado que la liturgia del Día de Todos los Santos celebra "la Gloria de los mejores hijos de la Iglesia", es decir, de los que han alcanzado ya el cielo, mientras que el Día de los Difuntos, la Iglesia y los cristianos, en un acto de "solidaridad", rezan para que las almas de los que todavía están en el purgatorio lleguen pronto al cielo.

"¿Qué pasa si rezo y ofrezco la misa por mi abuelo? Yo no sé si mi abuelo ya está en el cielo o no, pero da igual porque Dios sí lo sabe. Entonces, si ya está en el cielo y no le hacen falta esos sufragios, por el misterio de la comunión de los santos, Dios lo aplicará en favor de aquellos que estén más necesitados y por los que nadie reza. es una especie de solidaridad que existe entre todos los que formamos parte de la Iglesia, entre los vivos y los muertos", ha indicado.

Labarga ha explicado que la purificación que experimentan las almas en el purgatorio contribuye a la liquidación de los pecados veniales y a las consecuencias, en general, de los pecados cometidos y ya perdonados.

"Esto puede entenderse mejor por medio de una metáfora. Cuando alguien comete un pecado es como si clavara un clavo en una tabla; dicho clavo puede extraerse, es decir el pecado se perdona mediante la confesión. Pero, aunque se haya sacado, permanece el agujero, que es una consecuencia, del mismo modo que las consecuencias de nuestros pecados siguen permaneciendo aunque se hayan perdonado. En vida, la reparación y las buenas obras contribuyen a liquidar dichas consecuencias, pero una vez que ya se ha fallecido, sólo los sufragios de los demás pueden lograrlo", ha explicado.

Estos rezos que se aplican por los fieles difuntos que están en el purgatorio con el fin de acelerar su purificación, según ha indicado, se suman en estos días a la tradición de ir a los cementerios "como algo que surge de la necesidad antropológica del hombre" y de recordar a sus seres queridos que ya han fallecido llevándoles flores o poniéndoles velas, aunque ha subrayado que "lo más importante" es la celebración de la santa misa.

Desde el siglo VIII

Labarga ha apuntado que la fiesta de Todos los Santos, tal y como se conoce hoy, se remonta hasta el año 800, cuando se empieza a celebrar en Roma el día 1 de noviembre, y que tenía relación con el antiguo Panteón, "que se consagra primero a la memoria de los mártires -los primeros santos de la Iglesia después de los apóstoles-". En el caso español, según ha precisado, también es "bastante antigua" aunque habría que remontarse al rito mozárabe.

Así, ha indicado que en aquella época se celebraba una misa que, como en la actualidad, "no tiene ningún carácter lúgubre" a pesar de que ahora se piense así "por haber relacionado tanto la fiesta de los santos con los difuntos". De hecho, ha asegurado que el día de Todos los Santos es "de las grandes solemnidades del año litúrgico" como se demuestra en el hecho de que la misa se celebre de "color blanco".

Por su parte, la festividad del día 2, que se remonta al siglo VII, se celebra como continuación de la fiesta de Todos los Santos y bajo el color litúrgico morado, invita a la penitencia y la oración, aunque tiene también "una vertiente más popular".

Ir al cementerio en España

En cuanto a las diferencias en las tradiciones por países, Labarga ha explicado que la fiesta de Todos los Santos se celebra igual en todos los lugares, mientras que la de los Difuntos varía. Así, ha apuntado que en países como México, se convierte "en uno de los grandes días de fiesta del año" en el que multitudes de personas acuden a los cementerios a rezar, incluso durante toda la noche, por sus difuntos llevando "cantidades ingentes de flores, velas, comida y hasta mariachis que interpretan rancheras como obsequio a sus seres queridos ya fallecidos".

Sin embargo, ha apuntado que en España es "todo mucho más comedido especialmente en estos últimos tiempos" en los que, a su juicio, "se está intentando quitar un poco de en medio la realidad de la muerte". "A nuestra sociedad postmoderna la idea de la muerte le asusta, pero como no puede quitarla porque todos los días comprobamos que hay gente que se muere, se aparta o se hace una especie de paréntesis y se oculta", ha apostillado.

En este sentido, ha indicado que le da la sensación de que esta fiesta en España "puede ir perdiendo popularidad" porque no sabe "hasta qué punto se inserta la gente joven en esa tradición del recuerdo de los difuntos y de la visita a los cementerios". "Culturalmente, se está produciendo una quiebra de las tradiciones", ha añadido.