La actriz Rossy de Palma consideró ayer que en España la cultura y los artistas son tratados "como el bufón de la Corte" frente a Francia, país en el que la española goza de gran reconocimiento y donde "la cultura se considera un bien de Estado".

"Aquí se respeta el arte y a los artistas", señaló en una entrevista con la polifacética intérprete, que se encuentra en París como presidenta del jurado del festival LGBT -gay-lésbico-bisexual-transexual- Cheries, Cheris (Queridas, Queridos).

Procedente de Palma (Palma de Mallorca, 1964) lleva dos décadas "o más" trabajando en el país del Hexágono, donde es conocida "prácticamente tanto" como en España.

"Se trata simplemente de la ley de la oferta y la demanda, aquí hay trabajo", explicó la actriz, quien lamenta que en su país de origen la cultura sea "el patito feo, siempre sufriendo nuevos recortes".

Pese a ello, "tanto en un país como en el otro la gente es muy cariñosa o al menos nadie me tira piedras", aseguró entre risas y consideró que ello se debe a que inspira "buenos sentimientos".

"Siempre digo que aunque no sea francesa, me siento profundamente francófona, esta lengua me ha aportado mucho", explicó la artista, que ha vivido por temporadas en Francia, y allí ha trabajado en teatro, en cine e incluso en programas de televisión.

Durante los próximos días, pretende combinar su papel como presidenta del jurado en el festival LGTB de París con el apoyo a la Black Fashion Week, el evento de moda africano por antonomasia que además ella conoce bien, y que por primera vez sale del continente para celebrarse en Europa.

"Los diseñadores de África no tienen nada que envidiar a los europeos, sólo necesitan una plataforma para hacerse ver" aseguró, quejándose de que pese a que lo étnico esté de moda, "si lo hace un europeo, se vende como churros y si lo hace un africano no se valora".

Ella conoció el evento en Dakar, Senegal, país al que la une un fuerte nexo familiar y sentimental.

"La moda de allí me rechifla, pero es que África en general es mi pasión", afirmó la actriz.

Con 48 años, la que saltara a la fama como "chica Almodóvar" se siente cada vez más "mundial", en el sentido de "no creer en fronteras" y al mismo tiempo, "terrestre", porque "nada de lo que ocurre en el mundo me es ajeno", declaró.