CON CIENCIA
Comportamiento humano
Camilo José Cela Conde
El intento de entender de qué manera apareció la conducta grupal humana, única en la naturaleza entera, ha sido constante en la obra de los antropólogos. Como es muy difícil deducir claves comportamentales de los fósiles, los recursos más comunes han consistido en extraer modelos válidos de las interacciones sociales observables hoy. Y de todos los grupos humanos que existen en la actualidad, los de los cazadores-recolectores parecen los más cercanos en cuanto a costumbres y modo de vida a lo que podrían haber sido las actitudes de los primeros humanos.
La etnia Hadzabe del Rift de Tanzania es con toda probabilidad la más estudiada y mejor conocida por lo que hace al comportamiento desde que Kristen Hawkes y James O´Connell comenzaron a describir sus hábitos en los años 80 del siglo pasado. Incluso investigadores de la UIB han publicado trabajos que se refieren a la división de trabajo que los hadza llevan a cabo separando las tareas masculinas y femeninas a la hora de buscar sustento. Son de nuevo los hadza los que han permitido dar un paso adelante en la comprensión de las relaciones sociales gracias a un artículo publicado por Coren Apicella, del Institute for Quantitative Social Science de la universidad de Harvard (Estados Unidos) y sus colaboradores en la revista Nature.
El trabajo de Apicella y colaboradores plantea cuál es la estructura de la redes sociales que forman los hadza, con algunos resultados interesantes. Así, al igual que sucede con las sociedades industrializadas, la probabilidad que existe de que los lazos sociales permanezcan crece de acuerdo con lo estrecho que sea el parentesco entre dos individuos y decrece con la distancia geográfica que haya entre uno y otro. El grado de reciprocidad es también similar entre los hadza y nosotros. La relación existente entre amistad y popularidad sigue parecidas pautas. Y quienes forman redes sociales tienden a compartir edad, tamaño, peso y fuerza –aunque nuestros grupos quizá no sean conscientes de que es así–.
De la presencia de tantos rasgos compartidos, los investigadores han tendido a sacar la conclusión de que la naturaleza humana mantiene a lo largo de los cambios de todo tipo sus pautas esenciales. Así que, al igual que sus predecesores, el equipo de Coren Apicella ha sostenido que los rasgos distintos de los hadza, aquellos que se relacionan con una forma de vida más primitiva o, si se quiere, menos tecnificada, nos dan las claves de lo que fue el comportamiento humano en los inicios de los grupos cazadores, hace dos millones y medio de años. Pero semejante hipótesis es un tanto especulativa. Olvida que en el transcurso de la evolución humana se han producido cambios esenciales en la estructura cerebral. Puede que los rasgos más generales de ésta se hayan conservado y puede que no. Resulta difícil decir si alguna vez lograremos averiguarlo con certeza.
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