"Tener a nuestros mayores en una residencia significa que los queremos mucho y que queremos lo mejor para ellos", así se expresa María del Pilar Fernández, Madre Superiora del hogar de ancianos de las Hermanitas de los Pobres de Palma. Ella es consciente del concepto negativo que muchos siguen teniendo del hecho de trasladar a una persona a un centro residencial, pero se muestra enérgica a la hora de luchar por poner fin a esa imagen. Su máxima es que su hogar de ancianos sea lo más parecido posible a una familia tradicional. Y en este proyecto están trabajando.
La congregación ha realizado este año un importante proyecto de reforma de las habitaciones para adaptar los baños de cada una de ellas a la normativa en materia de barreras arquitectónicas. Concretamente, se han eliminado 90 platos de ducha, se ha renovado el suelo con antideslizante, se han modificado barras y cortinas, y, finalmente, han cambiado puertas para invertir el sentido de apertura. Con estos cambios, que se culminarán en los próximos meses, los baños individuales de la residencia quedarán adaptados a la normativa actual. El proyecto cuenta con la ayuda económica de la Obra Social Sa Nostra.
El hogar acoge actualmente a 76 residentes y cuenta con una capacidad para 90 personas. El perfil de residente es el de una persona mayor de 65 años con pocos recursos. La residencia tiene unas plazas destinadas a usuarios con alguna discapacidad.
Los ancianos aportan el 85 por ciento de su pensión, pero el mantenimiento de las instalaciones y su manutención obliga a las hermanas a realizar campañas de recaudación de fondos y de recogida de alimentos. La congregación no mantiene convenios con instituciones ni recibe subvenciones.
En el hogar de la calle General Riera de Palma trabajan 35 personas, además de contar con la labor de 12 hermanas y de un equipo de voluntarios.