"En la actualidad, las peregrinaciones no se pueden considerar al margen de la práctica turística". Con esta rotunda afirmación del profesor de sociología de la Universidad de A Coruña, Xosé Leira, arrancaba ayer la mesa redonda auspiciada por el Club de Opinión de este periódico dentro del ciclo Càtedra de les Tres Religions organizada por la Universitat de les Illes Balears (UIB) y en la que, junto a Helena Vilaça, profesora de la Universidad de Porto (Portugal) y Carlos Ramos, sociólogo de la UIB, se analizó el sentido actual de las rutas religiosas y otras manifestaciones y rituales de la fe en pleno siglo XXI.

La conferencia giró en torno a los cambios sufridos en la figura del peregrino con el paso de los años y cómo, "en una época de postmodernidad", intenta combinar su memoria religiosa con la racional. "Cada uno construye hoy en día su religión como más le conviene. Ahora la fe es mucho más individual", apuntó Vilaça, autora de Fátima, una peregrinación cultural reactualizada.

Es esta una de las razones de la barrera, cada vez más estrecha, que separa al peregrino del turista. "Aunque en el primero la fe y la espiritualidad son los ingredientes que le animan a iniciar el Camino o la peregrinación, hoy en día sus motivaciones son también gastronómicas, culturales o vacacionales" explicó Leira que, además, subrayó cómo, "y a pesar de que niega el componente religioso", el turista se presta a seguir el ritual religioso de la ruta: "Muchos abrazan y besan al apóstol Santiago en su visita a la Catedral, aunque solo sea por si acaso", subraya.

Los profesores detallaron a un público que siguió con interés la charla, el sentido de las peregrinaciones en las que los intereses políticos –"el Camino de Santiago es el eje vertebrador de la Unión Europea"–, eclesiásticos y económicos también están presentes. "Un peregrino busca en su viaje la manifestación de su fe pero también establecer un contacto vivo con la naturaleza, hacer un buen ejercicio en el que combine cuerpo y espíritu, enriquecerse culturalmente, fomentar valores como la amistad y la solidaridad y rememorar su propia vida", pues, tal y como concluyó Xosé Leira, "yo hago el Camino y me hago en el Camino".