Las incineraciones han ido ganando terreno a los tradicionales entierros hasta el punto de suponer el 25 por ciento de los servicios funerarios de toda España, debido al "cambio de mentalidad" que se ha producido en la sociedad y a que supone un menor coste, según Funespaña.

En declaraciones a Europa Press, el portavoz de Funespaña, Jesús Pozo, insistió en que dicha tendencia, que en determinadas ciudades como Málaga alcanza el 72 por ciento, se debe "fundamentalmente al cambio de mentalidad".

Además, señaló otros factores como la mayor presencia de costumbres europeas, "la limpieza que supone la incineración" y, otra no menos importante: el coste. "No es que sea mucho más barato, pero sí algo más barato que un nicho a 99 años o una sepultura a 50", calculó.

Pozo concretó que el abanico de un entierro puede partir desde unos 800 euros hasta alcanzar los 12.000, mientras que incinerar supone unos 1500 o 2000 euros "sin problema".

En la actualidad, la Federación de Municipios y las asociaciones públicas y privadas de cementerios tratan de "unificar criterios" para evitar que las cenizas acaben en lugares indeseados, como los ríos y que sigan ganando adeptos lugares como el jardín del recuerdo del cementerio de la Almudena de Madrid.

"Cada vez hay más lugares como éstos porque tanto la legislación como las costumbres lo están requiriendo", subrayó Pozo que, preguntado por la contaminación que generan las cenizas aseguró que son inocuas, aunque durante el proceso de incineración sí se produce cierta contaminación atenuada por los filtros instalados en los hornos. "Lo que realmente contamina son los barnices en los féretros", puntualizó.

De hecho, muchas de las urnas en las que se guardan los restos ya están hechas con materiales biológicos como la sal e incluso existen las que llevan semillas de árboles para que, una vez descompuestas, crezca un árbol en el lugar donde se arrojaron las cenizas.