La Fireta de Llibres i Tebeos ha rebasado la frontera del papel, aunque éste sea su principal materia prima. Mapamundis, pósters e incluso monopatines completaban ayer la oferta, así como las actividades paralelas a esta actividad que ha llegado a su 21 edición.

La Misericòrdia era ayer un oasis. La ciudad iba perdiendo gas a medida que la lluvia arreciaba. Excepto en el edificio del Consell. Los entusiastas del cómic no se pierden ni una. Echan raíces en cuanto se les habla de Marvel, Bruguera o Glénat. Son fieles.

Los disfraces que ayer pasearon algunos por los soportales del edificio para refugiarse del chaparrón mezclaba Halloween con Tintín. Lo único que no pudo celebrarse fue el encuentro de milús, el perro del periodista de papel comiquero.

Un total de 68 puestos surtían joyas de coleccionista. Biel Fornés contaba con ejemplares antiguos que databan de los años veinte. El librero muestra TBOs de 1920, uno de Mis Chicas de 1944, de Flechas y Pelayos, editado por el Movimiento Nacional. "La delegación nacional del Frente de Juventudes editaba otros ejemplarizantes para las mujeres", explica Fornés, que desempolva un ejemplar de Maravillas (1943), en cuya portada aparecen varias jóvenes segando la tierra. Una oda al trabajo.

De los años cincuenta guarda varios. Florita, "una señorita que lo tenía todo cuando la mayoría pasábamos mucha hambre", o La familia Ulises. Pulgarcito, de la editorial Bruguera, es otro de los referentes. De la época de la República custodia Gente Menuda, un bonito tebeo de estilo Art Déco que se entregaba con la revista Blanco y Negro.

Tras la final de Trivial sobre Vuelo 714 para Sídney (un cómic de Tintín) y el taller de Àlex Fito, la Associació d´Amics i Víctimes del Còmic entregó una placa de homenaje a los dibujantes Miquel Fuster y Luis García.