Rafael de Aguilar Poyatos es hijo del Marqués de la Vega de Armijo, jefe de la noble Casa de Aguilar, una de las más antiguas de España ya que desciende de la antigua casa real de la Cerda, la primigenia de Castilla. Su título, Conde de Bobadilla, fue concedido por Carlos I y es uno de los más antiguos de Andalucía. Esta emparentado con las principales familias de la nobleza española y también con la mallorquina, donde tiene a muchos de sus amigos y seguidores. En un verano donde se ha cuestionado como nunca el comportamiento y la función de los Príncipes de Asturias, el creador de la revista digital Numen sale en su defensa para demostrar que entre los suyos cuentan y contarán con fidelidades absolutas, que los valoran y apoyan para el futuro.

­–¿Qué significa llevar un título nobiliario en el siglo XXI?

–Tener nobleza de sangre y ostentar un título nobiliario supone para mí una mayor autoexigencia. Cualquiera que ha tenido que representar a una persona o a una empresa en algún momento de su vida sabe la responsabilidad que eso implica. Nosotros representamos a nuestras familias siempre, de generación en generación, perpetuando la memoria de un hecho histórico o un servicio prestado al Rey y al Estado.

–¿No parece que hoy el Rey no presta demasiada atención a la nobleza titulada?

–No estoy de acuerdo con esta afirmación. El Rey sigue concediendo títulos nobiliarios para premiar servicios, y eso es porque sigue considerando que ennoblecer es una forma valida para distinguir y honrar a una persona y a sus descendientes. La nobleza debemos al Rey el que nos haya firmado las cartas de sucesión. Todos los que somos titulados es porque el Rey nos ha autorizado para ello. Es incomprensible que alguien pida su firma y después no le guarde fidelidad. Don Juan Carlos representa a España y a su historia, y uno de los pilares de la nobleza es guardarle fidelidad y aceptar sus decisiones.

–Pero algunos cuestionan su proceder, por ejemplo, que no tenga corte de nobles...

–La Constitución es muy clara y hay que acatarla. La Corona simboliza la continuidad y permanencia del Estado y ha tenido una gran importancia en la historia de España, creada a partir de conquistas y matrimonios de reyes. Me duele que la Corona tenga que sufrir provocaciones e insultos injustificados y se obvie casi siempre su contribución al bien común, que ha sido y es enorme. Los Reyes son hoy los principales embajadores de España, no es algo baladí, porque tiene una traducción en la política internacional importantísima. Al Rey le debemos además el haber capitaneado un Estado democrático. No es poco haber evitado convulsiones y haber proporcionado un periodo de estabilidad como nunca antes en la historia de nuestro país.

–¿Y el Príncipe? ¿Qué opina de su matrimonio con doña Letizia?

–Es un hombre que lleva toda la vida preparándose para suceder a su padre. No hay que esperar nada que no esté ya previsto. Es el príncipe heredero mas preparado de toda Europa. Los reyes se han ofrecido siempre, incluso en holocausto genético, en una política matrimonial que fuera beneficiosa para el Estado. Hoy, la política matrimonial no exige estos sacrificios porque la situación ha cambiado. Me parece bien que el Príncipe elija por amor a su mujer. La princesa Letizia lo esta haciendo bien, es discreta, sabe estar, y eso se ve porque en todos estos años no ha cometido grandes errores.

–Sin embargo este verano ha sido muy criticada…

–El Príncipe es un hombre con gran sentido de Estado y la eligió con sentido de responsabilidad, sabiendo perfectamente que sería capaz de cumplir con su papel institucional al margen de lo que significaba su matrimonio a nivel privado. Son personas, se aman, han querido formar una familia y no hay nadie que pueda criticar algo tan bonito que además supone un servicio al Estado. Se critican tonterías sin importancia que la realidad se encarga de desmentir continuamente. Lo están haciendo muy bien.

–¿Su revista digital Numen es un gran foro monárquico?¿Como nace?

–En el año 2002, mientras escuchaba un discurso que el Rey ofrecía ante la Diputación de la Grandeza de España y la que se impulsaba la entrada de toda la nobleza en la institución. Recalcó la idea de servicio que deben tener todos los nobles, así como su obligación de transmitir una serie de valores morales a las nuevas generaciones. Pensé que una buena forma de contribuir era fundar una revista que sirviera a estos objetivos. Es una revista de excelencia que potencia ese adjetivo a veces tan denostado. El éxito ha sido tal que exige mi dedicación a tiempo completo. Destacamos a todas aquellas personas, de la nobleza o no, que tienen un merito sustantivo, un merito de verdad. Y sí, nos aglutinamos en torno a la monarquía porque creemos en ella.