La Congregación de Franciscanas Hijas de la Misericordia lleva más de 150 años de labor solidaria con las familias de Mallorca. Sin embargo, el trabajo de la escuela pública ha sido su principal cometido desde los inicios. Hoy por hoy, esta institución religiosa femenina lucha a diario para que a ninguno de sus alumnos le falte un plato de comida saludable.

Las monjas, gestoras de siete colegios distribuidos por toda la geografía mallorquina, financian, mediante el programa Esperanza de vida, menú solidario, el servicio de comedor a los menores de doce años cuyas familias atraviesan circunstancias socioeconómicas desfavorables (padres en paro, familias monoparentales, familias numerosas, etcétera).

"Este proyecto tiene su fundamentación en que los niños tengan, al menos, una comida al día con las proteínas y calorías que necesitan", explica la Hermana María Soledad Camps, administradora general de esta Congregación fundada allá por el año 1856 en el pequeño pueblo mallorquín de Pina."No es posible rendir bien en los estudios sin la nutrición correspondiente", sentencia.

Esta franciscana atribuye el "éxito" del trabajo de la Congregación a la "vida austera, de servicio y de entrega" que realizan las monjas "en comunidad". Asimismo, justifica el esfuerzo de cada día: "Nos duele que no todos los niños puedan tener los mismos derechos debido a la situación económica de sus padres".

La importancia de ayudar

En lo que llevamos de año, un centenar de alumnos residentes en la isla, repartidos entre los diversos colegios Sant Francesc d´Asís pertenecientes a esta Congregación, han recibido una ayuda económica para asistir al comedor escolar de los centros. Un servicio financiado, hasta hace poco tiempo, por la propia institución.

Ahora, gracias a un acuerdo de colaboración entre las Hermanas Franciscanas y la Obra Social Sa Nostra, en el marco de la Convocatòriad´ajuts per a projectes solidaris 2010 de la caja balear, se ha logrado favorecer la escolarización de estos alumnos durante el último trimestre del año.

"Es una gran ayuda porque, de por sí, nuestra Congregación es deficitaria", argumenta la Hermana María Soledad. "Para las familias –prosigue- es un aliciente muy grande, pero no es limosna al tratarse de una ayuda de Sa Nostra. No se sienten en deuda".

Conocer a las familias

La Hermana Superiora de Sa Pobla y también administradora del colegio franciscano afincado en este municipio, Bàrbara Perelló, coincide en destacar la dedicación de las religiosas: "Todo es muy familiar y sale adelante porque nosotras estamos aquí cada día".

Si bien la Congregación trabaja en contacto con Servicios Sociales, "las ayudas vienen avaladas por el conocimiento personal de las familias", explica la Hermana Superiora. "Nosotras mismas les proponemos a los padres que dejen a los niños en el comedor porque sabemos que estarán mejor que en casa: estarán acompañados si ellos trabajan y seguirán una dieta sana".

La alimentación es lo más importante, pero las carencias no acaban aquí. La propia institución subvenciona ayudas puntuales para la compra de libros y material escolar. Incluso se ofrecen "facilidades" para que los más pequeños no se queden sin acudir a las excursiones y acampadas organizadas por los centros.

´Ser diferentes nos hace originales´

Desde que el reverendo Gabriel Marià Ribas de Pina fundó esta Congregación junto a su hermana Concepción de San José, las monjas franciscanas han establecido comunidades allá por donde han pasado: Menorca, Ciudad Real, Madrid, Cáceres… Incluso llevan a cabo una importante labor en Bolivia y Perú, además de Italia y Estados Unidos.

Sin embargo, es en los pueblos de Mallorca donde cuentan con años de presencia significativa, sin olvidar el trabajo desarrollado en la capital Balear. Y, precisamente, los colegios ubicados en Palma (uno en la barriada de Pere Garau y otro en la de Son Gotleu) y en el interior de la isla presentan una problemática añadida: una nueva generación de niños procedentes de familias inmigrantes.

´Ser diferentes nos hace originales´ es el lema escogido por la Congregación para ser trabajado en los centros durante el presente curso. La integración social es una labor que se encuentra a la orden del día para estas franciscanas.

"Trabajamos mucho en la integración de la familia", explica la Hermana Manola Gómez, responsable del colegio Sant Francesc d´Assís en la localidad mallorquina de Muro. "Les damos la oportunidad de que las madres magrebíes (comunidad extranjera predominante en la zona) participen y luchamos para que sus hijos les enseñen lo que aprenden en el cole", cuenta satisfecha. "Se consiguen muchas cosas, sobre todo, en los niños más pequeños".

El director del centro escolar ubicado en el corazón de Pere Garau, Tomeu Rigo, prefiere hacer hincapié en otro factor que condiciona el desarrollo de los menores: la estructura familiar. "No afecta la economía, ni el país de procedencia; sino, la desestructuración familiar", sostiene.

El crecimiento del ser humano es complejo y las causas que pueden entorpecerlo son diversas. Aún así, la labor de las Hermanas Franciscanas parece no tener fronteras. Respeto, responsabilidad y, sobre todo, solidaridad son los valores que remarcan a sus alumnos; porque formación intelectual y formación humana van de la mano.