La gran urbe de hormigón y cristal, con manadas titánicas de humanos en sus arterias, le sirve a Marian Moratinos para reconocer su identidad mediante el contraste con los referentes que la acorralan. Entre cubos irregulares y tablas de madera, siembra en la galería La Caja Blanca cuatro instalaciones que remiten directamente a los paisajes mentales y fragmentados de un coloso metropolitano.

El espectador que acuda a la inauguración de la exposición esta noche a las 20 horas se topará con una artista diferente. Su obra se ha tornado más artesanal, puesto que trabaja por superposición y sobre madera distintas técnicas artísticas. En primer lugar, transfiere mediante un proceso químico fotografías -tomadas por ella misma- a una tabla o viga. A continuación, interviene con serigrafías en color blanco y negro, para luego aplicar trazos en lápiz o carboncillo. Algunos de estos dibujos son simples gestos, cual rasguño sobre la piel. Por último, aplica una capa de pintura blanca sobre el resultado final para que no quede tan visible ni evidente la fotografía.

Moratinos se ha ido alejando con el tiempo de la pared -antes sólo pintaba cuadros- para terminar pegada al suelo, de donde nace el bulbo de las ideas y conceptos.

Su ciudad particular, inspirada en Nueva York -lugar en el que ha vivido durante varias temporadas-, se define a través de sus obras como un monstruo agresivo, claustrofóbico, como la panza de una ballena moderna a la que le crecen rascacielos. Es una metrópoli que no te deja vivir y que reclama su espacio. Se expande y se extiende como las raíces de vigas de la primera instalación. Moratinos necesita escapar de la isla y buscar un lugar en el que se sienta anónima para a partir de ahí reencontrarse con su propio yo. "Las fotografías son de la Gran Manzana. Esta ciudad me transmite energía y la sensación de pertenecer a un tiempo presente. Pasan tantas cosas que tú también te sientes partícipe e imprescindible en el entorno".

La artista ha conseguido para los próximos meses una beca en la londinense Slade School of Art, un centro en el que el énfasis se imprime más en el concepto que en las técnicas, las cuales domina perfectamente Moratinos.

En Defragmentos se refleja cómo vivir más intensamente la ciudad puede dar con el eureka del yo.