Pese a que sus habitantes visitan la menguada media de cuatro exposiciones al año, Balears ocupa el segundo puesto en el ránking nacional de museos con 60 centros por cada millón de habitantes. Sólo le supera Castilla la Mancha con 67.

Según los inventarios disponibles sobre la dotación de recursos culturales, el año pasado se registraron 88 museos. En el último ejercicio, esta nómina se incrementó con la incorporación del Museu Diocesà de Eivissa, después de una largo proceso de obras y adaptación de los equipamientos. Y con la reapertura del Museo Diocesà de Mallorca, al finalizarse las obras de rehabilitación del Palacio del Bisbe.

El número resulta elevado porque en el caso de Balears se contabilizan espacios que destacan por su naturaleza polivalente ya que combinan exposiciones con otro tipo de actividades, como las musicales por ejemplo. Y no todos los centros registrados cuentan con un fondo museológico fijo o con una pinacoteca. El informe sólo aporta datos cuantitativos y no cualitativos sobre los centro considerados museos y por ello las cifras se muestran llamativas respecto a los 20 centros de Madrid y a los 16 de Cataluña, principales focos culturales del país.

Otros equipamientos

En general, el número de equipamientos culturales ha aumentado en Balears un 31,5% durante los últimos seis años. Además del número de museos, el número de salas de exposición asciende a 214 en todo el archipiélago. Se trata sobre todo de galerías privadas, que han ido incrementando principalmente su presencia en los municipios turísticos.

En el apartado de teatros y/o auditorios, Balears cuenta con 61 centros dramáticos por cada millón de habitantes. Continúa ocupando las primeras posiciones en el ránking nacional de centros por millón de habitantes. En total, el recuento asciende a 95. Por cada teatro privado habría dos públicos. Por lo tanto, la ratio de centros públicos/centros privados destaca la importancia del sector público por encima del privado. En este sentido, las islas se encuentran levemente por debajo de la media española, en la que por cada teatro privado habría tres públicos.

Paralelamente, el número de bibliotecas de las Balears no experimentó el año pasado ningún cambio respecto al anterior. De esta manera, una vez inaugurada la Biblioteca Pública de Can Salas de Palma, las islas dispusieron de un total de 177 espacios.

El sector de infraestructuras que sí sufrió un retroceso el año pasado es el cinematográfico. El número de locales se redujo en una unidad y se cifró en 23, ya que cerró sus puertas el cine club Ateneo de Maó. El número de pantallas se redujo a 97, cuatro menos que el año anterior, y el de butacas también, que pasó de 20.665 en 2005 a 20.186 el año pasado.

A pesar de esta situación, el 14,9% de los municipios de las islas disponía de un cine, con lo que se cubría perfectamente el 60% de la población del archipiélago, frente a un 63,5% del año anterior. En este caso, vuelve a suceder algo similar que con los museos. Estas cifras que hablan de una amplia oferta deben ponerse al lado de las del consumo: los baleares sólo van una media de cuatro veces al año a una sala de proyecciones.

La tendencia que se ha ido evidenciando en el sector durante los últimos años es la de concentrar el mayor número de pantallas posible en pocos locales, reduciendo así la oferta de los cines pequeños. Este escenario que se dibuja coincide con una configuración funcional y territorial de los espacios de ocio, que tienden a concentrarse en los llamados polígonos lúdicos, de procedencia norteamericana. Estos centros ofrecen una mayor accesibilidad a una amplia oferta de servicios comerciales y de recreo bajo el mismo techo. Su comodidad pone en peligro la desaparición progresiva de los establecimientos urbanos que, en el caso del cine, cuentan con una menor proporción de salas de proyección y pantallas.

Los equipamientos culturales en general tienden a la universalización en la comunidad, tratan de llegar a todo el mundo, pero el informe alerta de que todavía hay algunos municipios del archipiélago que no disponen de ninguna infraestructura cultural que no sea la de una pequeña biblioteca municipal, como es el caso de Ariany, Esporles, Estellencs y Fornalutx.

El estudio pone también de manifiesto que no existe una relación directa entre la actividad cultural y el nivel de renta regional, sino que se deben de tener en cuenta muchas otras variables. Las comunidades autónomas con un mayor nivel de producto interior bruto por cápita, como Madrid y el País Vasco, no se corresponden con los territorios que disfrutan de un mayor número de equipamientos, ya que Cataluña y Andalucía son los que cuentan con el parque de infraestructuras culturales más amplio.

Balears, con unos niveles de riqueza por cápita y gasto privado cercanos a la media española, está entre los primeros en lo que se refiere a museos, salas de conciertos y teatros.