La pintura de María Catalán (Castellón de la Plana, 1961) y la escultura de Margalida Escalas (Santanyí, 1953) comparten desde hoy un mismo espacio expositivo, el de la galería Joanna Kunstmann de Palma, donde muestran su vertiente más desconocida, jugando con hierros, cerámica y lienzos.

Tierra, hierro y color es el nombre de la exposición, que se inaugura esta tarde, a las 19.30 horas, y donde la sinergia entre las creaciones de una y otra artista surge a raíz de su complementariedad, pero también de sus contrastes.

Los lienzos abstractos de Catalán, a los que recurre por vez primera en busca "de algo más suave" que los trabajos con cemento e hilos de cobre habituales en su producción, con la representación de múltiples ventanas en colores fríos fruto de la experimentación con metales oxidados o tratados con ácidos, transmiten trasparencia, tridimensionalidad y la necesidad de "mirar un poco hacia dentro y transportarnos a un sitio más espiritual", y llevan de forma natural hacia las esculturas de Escalas, obras elaboradas con un tipo especial de barro en un proceso artesanal y laborioso en los que el negro y el blanco adquieren un nuevo protagonismo, relegando a un segundo plano a los colores tierra habituales en su obra. "Es mi exposición menos mediterránea", asegura Escalas sobre una muestra en la que se encuentran incluso reminiscencias talayóticas de una artista que soluciona las piezas sobre la marcha, peleando con ellas hasta su culminación o abandono.

El contraste pasa por las sensaciones buscadas, pues mientras que Catalán pinta sobre el hierro para mostrar la debilidad del metal y "desmaterializar los materiales duros" en su primera exposición individual en una galería mallorquina, Escalas huye por sistema de toda muestra de fragilidad.