Magdalena Tirado vive convencida de que narrar historias es algo bello. Y necesario. Y ella lo hace, como escritora que es, y enseña a hacerlo, como la profesora y especialista en talleres literarios que se ha convertido.

La librería palmesana Literanta -"un lugar donde se quiere al libro y se respira la sabiduría del buen librero"- acogió ayer la presentación de su segunda novela, El corazón de las estatuas. Doscientos breves párrafos -obra secuencial- para retratar a pinceladas la vida de Gregorio, funcionario, 47 años, que vive,´atrapado´, todavía, en la misma casa que su madre. Encerrado en su propia desidia. Entregado por completo a sus circunstancias y a los deseos de otros.

A pesar de la apariencia, no es un drama existencialista, asegura Tirado. Gregorio toma conciencia de su situación. Decide hacer algo con su vida, aclara. Se compromete a liberarse y a convertirse en el alter ego que hace tiempo ha imaginado. La situación inicial es tan sólo una excusa. Un punto de partida, un "origen sutil", tan válido como cualquier otro.

"En realidad podría ser una novela interminable, de infinitos párrafos", advierte una escritora que admite estar "muy contenta" con el resultado final y convencida de que su obra tiene la medida justa. "No le encuentro ningún sentido a la sobreabundancia". Palabra de literato. Y de profesora.

"Muy exigente" con su trabajo, deformación profesional, tal vez, Magdalena Tirado se confiesa una creadora tranquila. Que gusta de trabajar despacio, cuidando cada una de sus palabras y sus frases. "Los escritores no somos una fábrica", comenta. Escribir las tribulaciones de Gregorio le ha costado cerca de tres años, tras los cuales, asegura, está "tanteando caminos" con vistas a una posible, y probale, tercera novela.