El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) expone por primera vez en España la obra "autodestructiva" del austriaco Günter Brus, en una exposición que recorre sus diferentes etapas creativas, desde el expresionismo abstracto de sus inicios a sus dibujos relacionados con el simbolismo y protagonizados por el cuerpo humano.

Aunque se trata de un itinerario cronológico exhaustivo, el cuerpo central de la exposición concede especial atención a las revolucionarias acciones que llevó a cabo el artista entre 1964 y 1970, que incluso le llevaron a la cárcel.

La comisaria de la exposición, Monika Faber, explicó ayer en la presentación que Brus tuvo un primer encuentro con la pintura informal a partir de un viaje a Mallorca, durante el cual quedó impresionado con el expresionismo abstracto americano, que descubrió de la mano de una artista norteamericana instalada en la isla.

Esta influencia, junto con el descubrimiento de Goya, un artista al que se sentiría ligado desde entonces, y su interés por la estructura de la música contemporánea, desempeñaron un papel relevante en su nueva concepción de la pintura.

Brus concebía el cuadro como un "acontecimiento", en el que "la pintura debía traducir lo corporal a lo visual; y fue entonces cuando comenzó a trabajar en el suelo rasgando el papel con trazos de lápiz, limitando la gama cromática al blanco y negro y evitando cualquier ilusión de profundidad".

Con la acción titulada Ana (1964), Brus inició las "autopinturas", en las que el cuerpo desnudo de su mujer todo pintado de blanco pasaba a ser pintura viviente en una habitación blanca. Dos performances posteriores, Autopintura I y Automutilación, confirmaron una nueva tendencia, declara la comisaria: "Brus declaró su propio cuerpo como única fuente de expresión artística".