En Porreres hay una bonita historia humana -más allá de la actividad agrícola y económica- que merecía ser contada: el sequer. La porrerenca Margalida Forteza decidió relatar en un libro la crónica de la recogida y preparación del albaricoque y lo que suponía tal actividad para su pueblo. "El boom se produjo entre los años 40 y 70. En los 80, con las normas de la UE, la elevada cifra de exportación empezó a caer", asegura la autora del volumen, ilustrado por el dibujante Tatúm. La publicación se presentará esta tarde (19.30 h) en Mos de Coc, local que será empapelado por los originales del comiquero Premi Ciutat de Palma.

"Había más de 90 sequers y uno de ellos llegó a tener hasta 500 trabajadores", calcula Forteza. Meses de documentación y entrevistas con los protagonistas de las tierras de cultivo y los productores fueron la base para los textos del libro. Asimismo, la autora implicó a las escuelas del municipio y sus alumnos, que trabajaron sobre el tema. El gran archivo fotográfico recopilado sirvió de base e inspiración para los dibujos realistas de Tatúm.

"Una de las cosas que me llamó más la atención es ver la cara de felicidad de las mujeres. Para ellas, ir al sequer significaba salir de su rutina y juntarse con las amigas. Muchos de los niños que allí trabajaban [hay que remontarse a los años 40] se ganaban su primer sueldo y se compraban una bicicleta; otros, incluso, se pagaban los estudios con lo que sacaban de los meses en el sequer", relata Forteza. Cuando éste terminaba, se organizaba una excursión a la playa para celebrarlo. "Para muchos era la primera vez que pisaban la costa", comenta la autora.

La propia Margalida participó de pequeña en la recogida del albaricoque. "El movimiento que había en el pueblo era monumental. Piensa que entre 1964-1974, Porreres fue el primer exportador de albaricoques del mundo", apunta. Además de trabajo e ingresos, el sequer significaba para el pueblo "felicidad, fraternidad y solidaridad". "Cuando llovía, todo el mundo dejaba lo que estaba haciendo para recoger los albaricoques a fin de que no se echaran a perder", concluye.