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Crítica de cine

Una boda de menos

Una boda de menos

Ocho apellidos vascos se inspiró en la francesa Bienvenidos al norte. Supo disimular el oportunismo de bailar sobre los rescoldos de un conflicto vasco prácticamente apagado y pescó con habilidad en el río revuelto de los recelos entre comunidades autónomas. Si esa película tenía una gota de originalidad, en Ocho apellidos catalanes está bajo las piedras. Hay un fugaz amago de copiar la trama de Good bye Lenin, con la farsa de que la abuela crea que Cataluña ya es independiente, pero ese mcguffin se queda en amago. El resto del argumento es la trillonésima comedia romántica en torno a una boda (verbigracia las recientísimas Ahora o nunca o Tres bodas de más). El conflicto es impostado, sabemos, como en los capítulos de una ramplona telecomedia, que Amaia y Rafa volverán a juntarse. El cómo se limita, tras un prólogo en Sevilla, a vueltas y revueltas en una masía catalana preindependiente.

Cuesta comprender por qué esta película es tan plana. El guión es tópico, edulcorado, inconsistente (¿Berto Romero no tiene padres?). Su único gag divertido es el del cierre. Los guionistas (vascos) muestran talento para reírse de los vascos y los andaluces; con los catalanes no han acertado la tecla. ¿Por qué no se reforzaron con algún guionista de Polònia? Utilizando jerga futbolística, productores y director han pretendido ganar el partido antes de salir del vestuario. Si por inercia recaudan la tercera, o incluso la quinta parte que la primera película, volverán a ganar mucho dinero. Eso parecen buscar. Sólo los actores secundarios, Elejalde, la Sardá, Romero o el dúo del Culebra y el Cabeza salvan, por pundonor, la película.

Ocho apellidos catalanes

España, 102 min

Director: E. Martínez-Lázaro. Actores: Dani Rovira, Clara Lago, Rosa M. Sardà, Karra Elejalde. Cines: Ocimax, Rivoli, Festival Park, Porto Pi, Multicines Manacor

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