Discos como 1999 de Love of Lesbian, Lamparetes de Antònia Font, Els millors professors europeus de Manel, Set tota la vida de Mishima y Adelante Bonaparte de Standstill marcaron el momento álgido de un período de esplendor de la música catalana que ha llegado a su fin.

Así lo afirman los periodistas Andreu Gomila y Marta Salicrú, autores del libro Putos himnes generacionals, que documenta el boom del pop hecho en Cataluña, Balears y Valencia en los últimos años, heredero del indie de los noventa, de la contracultura barcelonesa de los setenta y de la música electrónica de los ochenta.

Según los autores (Gomila es mallorquín), Barcelona ha sido el epicentro de "estos tiempos felices de la música local", porque "todos los protagonistas son barceloneses de nacimiento, adopción o de paso".

Además de los ya mencionados, el libro se detiene en Hidrogenesse, Sílvia Pérez Cruz, Guille Milkyway, Joan Colomo, Roger Mas y El Petit de Cal Eril.

El álbum Els millors professors europeus de Manel marcó el cénit de este periodo y la separación de Antònia Font, el final de una "época dorada". "Durante estos años Barcelona consiguió ser autorreferencial musicalmente, cosa que, poca broma, no pasaba desde los años ochenta", subrayan los autores.

Gomila y Salicrú, director y redactora jefe respectivamente del semanario Time Out Barcelona, tienen claro que "el ciclo se ha cerrado".

Hay muchos indicios: "La separación de Standstill, la de la banda de El Petit de Cal Eril y la del tándem de Sílvia Pérez Cruz y Raül Fernández".

Pero, sobre todo, "el adiós del PopArb", un signo inequívoco de fin de época, porque "este festival contribuyó a que los artistas encontraran su público y este año ha celebrado su última edición, porque los espectadores lo estaban abandonando".

"Los seguidores de estas bandas se han hecho mayores, han tenido hijos y ya no van tanto a conciertos", precisa Gomila, y "no ha habido recambio generacional -añade Salicrú-: la gente joven prefiere ir al festival de Txarango".

"Es un buen momento para mirar atrás, pero este libro no es un réquiem", señala Marta Salicrú. "No es un réquiem, pero sí una oda", apunta Gomila, que además de periodista es poeta.

Aunque Gomila lo dice medio en broma, lo cierto es que el libro realmente tiene algo de oda, porque, más que defender la tesis del final de ciclo, alaba a los protagonistas de una época.

Una alabanza nada empalagosa y muy bien argumentada, con referencias a las muchas entrevistas que los dos escritores han hecho a lo largo de los últimos años y enriquecidas con sus propias experiencias como apasionados de la música.

Los dos autores se han repartido amigablemente los grupos y han dedicado un capítulo a cada uno de ellos.

Una vez hecho el reparto, han repasado la información recopilada a lo largo de su trayectoria como periodistas y han vuelto a quedar con los intérpretes para llenar lagunas.

"Algunos los conocimos cuando ya eran conocidos y hemos querido saber detalles de sus inicios, mientras que con otros nos apetecía tener una larga conversación informal para saber más de ellos", aclaran.

Tras recoger toda la información, digerirla y reunirla en un libro, los dos escritores se ven en condiciones de hacer predicciones.

"Se ha cerrado un ciclo, pero se ha alcanzado una calidad y un nivel que probablemente se mantendrá, pero con un cambio de tendencia. El público joven más multitudinario está apostando por la música más mestiza, más de fiesta, como las propuestas de La Pegatina y los que han seguido su estela", según indica Salicrú.

En su opinión, "hay una tendencia a la música mestiza por parte del público mayoritario y una tendencia a utilizar el inglés entre los herederos directos del pop de autor del que habla el libro".

"Así, si los artistas que aparecen en el libro utilizan la lengua propia, ahora, en cambio, los músicos más interesantes que están saliendo utilizan mayoritariamente el inglés, como es el caso de los Beach Beach y Núria Graham. Son nuevos tiempos", concluye.