En mayo de 2011 el fotoperiodismo en bloque se hallaba tras la pista de los mejores retratos del 15-M. Sin embargo, hubo un fotógrafo que en lugar de la plaza y la manifestación giró el foco hacia aquellos espectadores que se mantenían alejados de las sentadas y caceroladas populares. Era Toni Amengual (Mallorca, 1980), quien, cámara en mano, se infiltró en los "caducos mítines" del PP y del PSOE. Su objetivo no fueron los políticos, sino ese público -en su mayoría de elevada edad- que enarbola las banderitas azules o rojas "durante esos grandes espectáculos montados por los grandes partidos", comenta el artista, que acaba de reunir en un fotolibro (puede encargarse en www.toniamengual.com) las 40 mejores imágenes de aquella inmersión en el bipartidismo.
Su particular punto de vista y acercamiento, no exento de dramatismo y fuerte crítica, a "las víctimas" de estos shows grandilocuentes se titula Devotos, una publicación editada por el multipremiado estudio de diseño Atlas que será presentada el próximo fin de semana en el marco del festival París Photo.
Con la intención de documentar y retrotraerse al origen de los males actuales de nuestro país, el fotógrafo acudió a todos los mítines celebrados en Mallorca para las autonómicas de 2011 y para las generales del 20-N. Un momento en que prácticamente PP y PSOE eran las únicas opciones de voto. El reto era comprobar si realmente existían diferencias entre estos dos frentes, el azul y el rojo. Y no, para Amengual todo era "más de lo mismo". La disposición de las imágenes en forma de acordeón, pudiendo contemplar del tirón las populares y contiguamente las socialistas, intensifica esa sensación de homogeneidad: mismo target, mismas posturas, mismos gestos, mismas acciones. O cuando menos, similares. Con esta disposición circular, el artista nos lanza la siguiente pregunta: ¿está condenada España a la alternancia de estas dos fuerzas en el poder? ¿Vivimos en un círculo vicioso y viciado?
Llaman la atención la cercanía de los planos del mallorquín y las singulares expresiones que consigue captar. "Tenía claro que iba a huir de las acreditaciones de prensa y que me iba a hacer pasar por un devoto más al que simplemente le gustaba hacer fotos", relata. No fue difícil obtener lo que buscaba. "El ambiente festivo que reina en los mítines me facilitó que la cámara no molestara a la gente. Era como si estuviera haciendo de fotógrafo de boda pero con otra mirada", apunta. A pesar del ambiente de celebración, Amengual consiguió captar por contraste una sensación de derrota en los rostros inmortalizados. "En el fondo, son víctimas del sistema", considera.
