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Crítica de cine

Antes y después del amanecer

Joven adulta española con trabajo precario en Berlín conoce a cuatro chicos en una discoteca y se acopla a ellos. Confiada, necesitada de compañía, cariño o un poco de aventura. Incertidumbre, positiva, sobre el rumbo que seguirán. ¿Se rumia un drama de abuso sexual? ¿Un paseo romántico a lo Linklater? ¿Jo que noche actualizado al siglo XXI? Negativo. Sí la cuarta vía. Bonnie and Clyde, La huida de Peckinpah/Jim Thompson o Driver de Walter Hill en el perímetro de un puñado de manzanas de la urbe alemana.

Y toda la película, 134 minutos, rodada en toma única. Como La soga de Hitchcock, El arca rusa de Sokurov o Birdman de Iñarritu. El mérito es enorme (sombrerazo al cámara Sturla Brandth Grovlen) y matizable. Con la tecnología actual (soportes digitales, steady cams cada vez más pequeñas) esa pirueta es mucho más accesible que con los pesados y limitados rollos de celuloide de antaño. Por su complejidad, los planos secuencia de Sed de mal o Soy Cuba siguen siendo insuperados. El guión de Victoria no está a la altura de su producción. Le sobran minutos de improvisación; el timing, la encadenación de incidentes, deberían haberse abreviado. Y no llega a profundizar en los personajes, chica maja, pero alocada, se junta con raterillos majetes y la lían parda. Punto. Aún siendo un poco larga y previsible, el plano secuencia está más que justificado, hay momentos excelsos (los planos en la discoteca) o intensos (la escena del garaje), atinada banda sonora y una menuda Laia Costa inmensa, sumando fragilidad, naturalidad y magnetismo. Curioso, potente ejercicio de estilo.

Victoria

Alemania 134 min.

***½

Director: Sebastian Schipper

Actores: Laia Costa, Frederick Lau, Franz Rogowski Cines: CineCiutat

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