Han pasado veinte siglos. César y Cleopatra se reencuentran en la eternidad, pero en 2015, con ese recurso tan agradecido que son los anacronismos. Rememoran su historia de amor y de política, con la colaboración de dos personajes más: ellos mismos, pero más jóvenes. La dramaturgia de Emilio Hernández echa mano de los textos clásicos de Shakespeare o Bernard Shaw y la puesta en escena de Magüi Mira (su nombre supone toda una garantía) añade canción y danza, recursos que no rechinan, sino que incrementan el encanto del espectáculo.
Se percibe una notable diferencia entre las dos parejas. La que integran el sensacional Emilio Gutiérrez Caba (qué gran actor es este hombre) y la estupenda Ángela Molina (ha madurado como actriz excelentemente) aprovechan las armas de la complicidad, del humor, de la contemplación de lo pasado desde un punto de visto más sosegado, reflexionado, irónico, contemporáneo en cierto sentido (de nuevo, jugando con la ventaja de quien sabe lo que acabará ocurriendo). Los papeles esforzadamente interpretados por Lucía Jiménez y Marcial Álvarez resultan menos agradecidos: lineales, en buena medida el soldadote fanfarrón y enamoradizo y la seductora y ambiciosa princesa.
Este César & Cleopatra constituye un montaje ciertamente atractivo, con un interesante componente didáctico, una sólida puesta en escena en sus distintos aspectos y ciertos momentos antológicos. Pero, desde mi punto de vista, ese desequilibrio representa un aspecto que la función no acaba de superar. El Auditòrium rebosaba el sábado de espectadores, buena parte de los cuales se pusieron en pie para aplaudir al cuarteto.
César & Cleopatra
Auditorium (Palma)
Autor: Emilio Hernández. Espacio escénico y dirección: Magüi Mira. Intérpretes: Ángela Molina, Emilio Gutiérrez Caba, Lucía Jiménez y Marcial Álvarez. Vestuario: Juan S. Domínguez. Iluminación: José Manuel Guerra. Música: David San José.
