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Historia

"Luis Salvador murió al tiempo que desaparecía el mundo en el que vivió"

Mañana se cumplen cien años de la muerte del Arxiduc - Un año antes, en 1914, el inicio de la Primera Guerra Mundial decretó el final de la 'Belle Epoque'

Luis Salvador de Habsburgo-Lorena y Borbón.

Se había cumplido poco más de un año desde que "los cañones de agosto" no cesaban de tronar. El 12 de octubre de 1915 moría en la actual República Checa Luis Salvador, sobrino del emperador de Austria-Hungría Francisco José, conocido en el imaginario popular por ser el marido de Sissí, la hermosísima emperatriz asesinada años antes por un anarquista. Luis Salvador era el representante ilustrado de un mundo que se incineraba en un descomunal holocausto en las trincheras de la Europa destrozada por la Primera Guerra Mundial, la que, cuando concluyó, en 1918, se había llevado por delante cuatro imperios: el austro-húngaro, el alemán, el ruso y el otómano. L'Arxiduc era un Habsburgo-Lorena y un Borbón-Parma, el aristócrata que fascinó a la Mallorca de inicios del pasado siglo.

Un mundo agonizante

Miguel Deyá, profesor de Historia Moderna de la UIB, afirma que Luis Salvador fue "consciente de su pertenencia a un mundo que agonizaba", precisando que "al iniciarse la Primera Guerra Mundial, que Luis Salvador contempló sumido en su propia decadencia, quedó claro que las élites dominantes hasta entonces, las surgidas tras el Congreso de Viena en el que se había establecido el orden europeo imperante después de las guerras napoleónicas, estaban a punto de dar paso a unos nuevos actores". El profesor Deyá explica que el final de Luis Salvador coincide con la irrupción de los nuevos partidos políticos de masas y con el final, a raíz de la Gran Guerra, de las tres grandes monarquías europeas: la austro-húngara, la alemana y la rusa, encima emparentadas entre sí, dado que el kaiser, el zar y el emperador austríaco eran primos, pero no pudieron evitar una guerra, que además de liquidar sus coronas, supuso la muerte de veinte millones de personas.

Sin renuncias

Miguel Deyá asegura que Luis Salvador nunca renunció a su posición en la cúspide de la pirámide social destacando que incluso pudo actuar de "informante" de Viena en los años inmediatamente anteriores al estallido del conflicto e incluso en los primeros meses de la guerra. "Es verdad que poseía un bagaje cultural amplísimo -dice el profesor Deyá-, que seguramente utilizó como válvula de escape para aislarse de un mundo que progresivamente estaba dejando de ser el suyo". "Era un gran conocedor del Mediterráneo -prosigue-, donde Austria, conviene no olvidarlo, tenía importantes intereses estratégicos, al poseer la costa de la actual Croacia, en el Adriático, su salida al mar, fundamental para el desarrollo económico del imperio". Esa situación era la que daba pie a que Luis Salvador informara a Viena de lo que consideraba de interés, lo que contribuyó a que en la casa imperial se le tuviera una cierta consideración. Deyá destaca el "gran paternalismo" que l'Arxiduc desplegó en las relaciones sociales que estableció en Mallorca, incluidas las numerosas de carácter amoroso, "que llegaron hasta donde él quiso que llegaran, nunca fueron más allá", asegura.

El cambio radical, drástico, que se está operando en Europa en el momento en el que le llega la muerte a Luis Salvador, tiene en Mallorca un protagonista indiscutible. Miguel Deyá plantea la pregunta: cuando desaparece l'Arxiduc en 1915, ¿qué personaje se está forjando en Mallorca? La respuesta es rotunda: Juan March:"En 1915 prácticamente ha desaparecido el mundo de Luis Salvador y está surgiendo con enorme fuerza el que representa Juan March". Dice que las nuevas élites, simbolizadas en March, se aprovechan de las dificultades económicas de los terratenientes, de la aristocracia mallorquina, para dejarlos sin sus posesiones, que, de la mano de March, una vez parceladas, pasan a ser propiedad de los campesinos que pueden comprarlas".

Un tiempo nuevo

El inicio de este nuevo tiempo, de hecho el comienzo del sigloXX, que los historiadores fijan en el estallido de la guerra, parece ser nítidamente percibido por Luis Salvador. "Creo que incluso se percató de que el imperio austro-húngaro se estaba desmoronando, que había llegado a su final, que, por otra parte, en su época ya estaba eclipsado por la poderosa hegemonía prusiana resultado de la unificación alemana conseguida por Bismark", explica Deyá. "La degradación física de Luis Salvador puede contemplarse como una alegoría del hundimiento del imperio", opina.

¿Cuál fue el impacto social que Luis Salvador desencadena en Mallorca? El profesor Deyá afirma que fue notable, puesto que se le declaró hijo adoptivo de Palma y Sóller y que el naciente Fomento del Turismo le concedió una distinción. "No hay que olvidar que en Palma, en los inicios del siglo, existía un pequeño círculo burgués que de inmediato se dio cuenta del enorme potencial que tenía el turismo, por lo que entendió que darle una distinción al Arxiduc era una promoción de Mallorca de mucho calado". "Estamos hablando de unos años -aclara-, los anteriores a la Gran Guerra, en los que prácticamente las fronteras no existían, eran muy permeables, unos años en los que, por otra parte, Mallorca no era la Meseta, aquí había una relaciones comerciales importantes".

Miguel Deyá reitera que la muerte de Luis Salvador acaece casi simultáneamente a la desaparición de su mundo. "Su época se extinguía aceleradamente -dice-, y para corroborarlo basta con preguntarse qué son hoy los Haubsburgo: nada; incluso qué es hoy Viena, una ciudad que vive de lo que fue y no de lo que es, o que es Austria como estado independiente, que seguramente no existiría de no haberse producido la anexión del país por los nazis. Hoy sería parte de Alemania si Hitler no la hubiera ocupado".

Un final discreto

Luis Salvador murió en la actual Chequia el 12 de octubre de 1915. Su estado físico se había degrado extraordinariamente, aquejado, entre otras dolencias, de elefantiasis. Los Haubsburgo, al empezarla contienda, le ordenaron que regresara a Viena, cosa que hizo. En el otoño de 1915 la guerra se había empantanado en las trincheras de Europa. Las muertes de los soldados se contaban por cientos de miles debido a ofensivas suicidas de una una y otra parte para conquistar apenas unos centenares de metros de terreno. Lo que tenía que ser una guerra relámpago, la creencia de que en la Navidad de 1914 todo habría terminado dejó paso a un progresivo e inmenso pesimismo, debido a que el esfuerzo bélico arruinó económicamente a Europa. En octubre de 1915, Luis Salvador agonizaba en uno de los palacios de los Haubsburgo. Su muerte pasó desapercibida, sepultada por las noticias de la guerra. Fue un final discreto para quien había escandalizado no pocas veces a su imperial familia. En Mallorca su fallecimiento no tuvo la resonancia que en otras condiciones menos dramáticas habría deparado.

Miguel Deyá afirma que Luis Salvador fue un personaje paradigmático de su época, un hombre que nunca renunció a su condición social, al hecho de pertenecer a la más alta aristocracia europea, pero advirtiendo lo que estaba a punto de suceder, se refugió en una vida cultural extensa e ilustrada. "Fue su válvula de escape, la de un hombre inteligente que vio el ocaso de su mundo", sentencia.

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