Esperaban que la decisión fuese rápida y ese último deseo se cumplió. Casi como un presagio, en el móvil de la madre de Andrea, Estela Ordóñez, sonaba la canción "Valió la pena" como tono de espera. Era primera hora de la tarde de ayer. Solo 120 minutos después, el destino vital de su hija daría un giro.

"Los tres últimos días vemos que Andrea decae: rechaza la alimentación, vomita continuamente y pasa las noches casi sin dormir, percibimos su empeoramiento", explicaba Ordóñez en un mensaje telefónico reciente. Tras llegar a un acuerdo sobre la desconexión de la pequeña de la alimentación artificial, empieza la dura cuenta atrás para los padres y familiares.

Ahora se preparan para su pérdida. Convivieron con la niña y su enfermedad rara y neurodegenerativa desde que tenía menos de un año. Pero al agravarse, la pasada semana iniciaron una cruzada judicial y mediática para que tuviese una "muerte digna".

También ayer mismo, la revista "Interviú" se hacía eco en su edición de un "relato gráfico de la vida feliz de la niña de 12 años para quien sus padres piden una muerte digna" (sic.). La publicación incluye numerosas fotografías del álbum familiar.

La primera hija de Estela Ordóñez nació cuando esta tenía apenas 20 años; llegaba prematura y por una cesárea de urgencia al mismo hospital de Santiago donde ahora pasa los días más graves de su enfermedad. No es hija biológica del padre que le dio su apellido, Antonio Lago, y que ejerció como tal porque "la adora" -reconoce en el reportaje la madre-.

"Yo estaba preparada para que se fuera, pero no con este sufrimiento" asegura. Han sido 12 años de desvelos junto a una niña feliz, que ha adorado que le canten y jugar con sus hermanos, pero que "ya no puede más".

El abogado de la familia valoró que el casode Andrea muestra que todas las vidas, por "incompletas que sean", porque "nunca habló, nunca caminó..", pueden ser decisivas, al enseñar a los demás .