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Entrevista

Luis Piedrahita: "El humor es una forma de mirar con distancia, de modo suspicaz"

"Los niños no tienen sentido del humor. Solo cuando se ponen serios son graciosísimos"

El humorista Luis Piedrahita actuará por tercera vez en el Fes Ja Ja. jaime chinarro

-Su actuación en el Festival del Humor de Palma se enmarca entre las de Xavi Canyelles y Marta González de Vega. ¿Cómodo en esa ubicación?

-Encantado. Nunca he trabajado con Xavi pero tengo muchas ganas de conocerlo, me han hablado muy bien de él. Marta es una gran amiga y compañera. Empezamos en esto de la risa juntos hace más de quince años. Aprendí mucho de ella. Creo que es la mejor guionista de humor que he conocido desde entonces. No os los perdásis.

-¿Le costó a Riki López convencerle?

-Fue muy fácil. Cualquier excusa es buena para visitar la isla. Tengo familia y grandes amigos aquí. Si no me equivoco, es la tercera vez que visito el festival y eso es porque, como dice la canción, Si Riki me dice ven, lo dejo todo.

-¿Por qué su humor recurre a las cosas pequeñas?

-Las cosas pequeñas son la excusa perfecta para hablar de las grandes sin que nadie se de cuenta. Lo cotidiano es el caballo de Troya del humor.

-¿Qué sensaciones tuvo en su debut en un escenario?

-Mi primera actuación en televisión fue en el primer certamen del Club de la comedia, allá por el año 2000. Me subí al escenario sin nada que perder y mucho que ganar, pero eso yo aún no lo sabía. Simplemente me subí e intenté hacerlo lo mejor posible. Quedó muy bien y resulta que ese día había mucha gente mirando.

-Ponga color a su humor.

-Miles Davis, que era un cantante negro, decía que solo hay dos tipos de música, la buena y la mala. Creo que con el humor pasa algo parecido. No sé de qué color es mi humor pero me gustaría que fuera del bueno. Además, yo soy daltónico y los daltónicos también tenemos nuestro corazoncito. Verde, pero corazoncito.

-Humorista, ilusionista, bloguero, escritor, director de cine... ¿Qué será lo próximo?

-Yo creo que el cupo de aficiones ya lo tengo cubierto. Lo que debería hacer ahora es buscarme un trabajo serio.

-Tom Cruise, Gwyneth Paltrow, Will Smith... han sido testigos de sus shows. ¿Significó algo especial o tan solo fueron "una actuación más"?

-No soy mitómano. He charlado con todos ellos, nos hemos reído juntos y hemos hecho magia pero no conservo fotos ni autógrafos. Mi preocupación cuando vienen estos invitados al programa (El hormiguero) es solo disfrutar el instante, hacer el mejor show posible e intentar que estas personas, que se supone que ya lo han visto todo, vivan un momento inolvidable.

-¿Qué nuevas palabras introduciría en el Diccionario?

-Creo que es necesaria una palabra que dé nombre a ese tiempo que se pierde cuando dos personas piensan que es el otro el que tiene que pedir perdón.

-¿Por qué no toca la actualidad y la política en su humor?

-Ese humor envejece pronto. Hubo una época en la que los chistes de Morán eran lo último. ¿Te acuerdas? Ahora eso chistes están resecos y huelen a cerrado. Han perdido frescura. ¿Ha pasado el tiempo? No creo que sea culpa del tiempo. En aquellos años Gila hacía su monólogo de la guerra, que sigue vivo y actual. El humor que tiene una aspiración universal, como el buen vino, mejora con el tiempo. El otro se pudre un poco.

-¿Qué aprendió al lado de José Mota y Juan Muñoz?

-Trabajar con ellos era como asistir a la universidad del humor. Disfruté mucho trabajando en su programa y les tengo mucho cariño.

-¿La incertidumbre es el peor compañero de viaje en su profesión?

-No sé cuanto durará mi carrera pero el peor compañero de viaje es creer que uno conoce el camino. El reto es evolucionar. Soportar el paso del tiempo. Reinventarse. El humor es un arte vivo, fresco, cambiante y la sensibilidad del publico también. Uno siente la tentación de acomodarse y cuando alguien se acomoda es incapaz de hacer nada artístico. Si es fácil no es arte. No sé cuanto tiempo seguiré siendo gracioso, pero mientras el público siga riéndome las gracias yo seguiré dándoselas. Gracias.

-"El humor es un arma de construcción masiva". ¿Cualquiera puede manejarla?

-El humor es un arma de construcción masiva, así lo entiendo yo. Si está bien hecho construye momentos memorables y hace mejores a las personas. A mí me gusta hacer el humor como se besan los erizos, muy despacito. La caricia cuanto más suave más hondo llega. Y lo que más gustito me da es comprobar que todo aquel que asiste al show sale mejor de lo que entró. La gente sale más guapa, más alta, más inteligente... cuando salen del show parecen su foto de perfil de Facebook. El otro día, en Calvarrasa de Tajuña, una señora embarazada se rió tanto que rompió aguas en el patio de butacas ¡ y no se fue al hospital! ¡Se quedó allí hasta que acabo el show! Dio a luz en el teatro. Eso no me había pasado nunca. Muchos cómicos dicen que la gente se muere de risa en sus espectáculos, a mí me ha llegado a nacer gente.

-¿Para hacer reír hay que estar indignado?

-Un poco. El arte se hace de ausencia, necesidad, carencia... Convengamos que el tango Mi novia es muy guapa y me quiere mucho no tiene ningún interés. Con la crisis se ha escuchado mucho eso de estar indignado. Sin embargo, yo creo que el humor no responde a las modas. Es necesario siempre. En mi opinión -y en la de Fernández Flórez, que es al que le escuché esta idea- el humorismo es una actitud en la vida. Es una forma de mirar con distancia, de modo suspicaz y descreído. Una mirada con un ojo serio y otro guiñado, con dos sonrisas una en el cerebro y otra en el corazón.

-¿A medida que crecemos perdemos el sentido del humor?

-No lo sé. Yo creo que los niños no tienen sentido del humor. A veces son graciosos sin pretenderlo pero cuando se les pide que cuenten un chiste es algo repugnante. Normalmente recitan de memoria algo que han escuchado a otro y los mayores lo jalean porque lleva una palabrota. Solo cuando se ponen serios son graciosísimos. Cuando un niño se pone serio es insuperable. Diez mil guionistas no pueden empatar contra él. Pero eso no es tener sentido del humor ya que no es voluntario. El humor requiere intención y experiencia vital. Ganas de reír a pesar de lo vivido.

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