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Crítica de cine

Generación rave

Uno de los supremos mandamientos de la narrativa cinematográfica incita a cubrir un periodo cronológico (ideal) de entre uno y dos meses. Con menos días se asfixia el desarrollo de tramas personales; varios meses, o años, sólo funcionan en novelas largas o series televisivas.

Eden peca de esto último. Narra el paso de joven a adulto en un chico parisino desde principios de los noventa hasta casi la actualidad. Su triunfo como DJ, con algunos bolos por Estados Unidos, y el posterior derrumbe por no avizorar las nuevas tendencias musicales, irresponsabilidad financiera y enfangarse en la cocaína. Narrado todo en un tono suave, evitando el sobredramatismo. La primera parte refleja muy bien la ebullición musical de los 90, la novedad de las raves improvisadas y el gradual encumbramiento de los pinchadiscos. Los devaneos posadolescentes del chico entroncan con filmes ya clásicos como American Grafitti de Lucas o Los inútiles de Fellini. Películas que, en parte por ajustarse al canon temporal, son redondas. La segunda parte de Eden es injustificadamente larga. El vuelo bajo se convierte en tedio. La caída del guindo es demasiado gradual, no ocurre nada extraordinario salvo el drama del amigo artista y los cameos de DJs famosos. El protagonista es demasiado tímido (e inexpresivo el actor) como para atraparnos, y no tan canalla, en su lado oscuro, como para odiarlo. Un pasmado, vamos. La película por tanto es larga para la limitada acción y atractivo de sus personajes, y se queda corta como paradigma de la llamada Generación X, limitando su interés a seguidores de ese tipo de música y el clubeo nocturno.

Eden

***

Nacionalidad: Francia, 131 min.

Director: Mia Hansen-Love

Actores: Felix de Givry, Pauline Etienne, Roman Kolinka, Hugo Konzelmann

Cines: CineCiutat

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