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Con Ciencia

Americanos

La cuestión del movimiento de poblaciones que dio origen a que los seres humanos llegasen a América ha sido un asunto a la vez harto estudiado y muy debatido. Thor Heyerdahl convirtió en el objetivo intelectual de su vida el demostrar que, en contra de lo supuesto de manera casi absoluta „que nuestra especie ocupó el continente americano desde Asia„, habían sido navegantes ancestrales de las costas andinas los que se trasladaron a la Polinesia y la poblaron. Desde niño me fascinó la aventura de la Aku-Aku y no digamos ya la voluntad de acero forjado del explorador noruego. Pero los análisis de la huella biológica le jugaron una mala pasada a Heyerdahl a la larga. El estudio de los marcadores genéticos „microsatélites, secuencias cortas del genoma que se repiten con cierta frecuencia y son muy variables entre distintos individuos„ permiten relacionar las poblaciones. Mediante la comparación de microsatélites en 422 indígenas pertenecientes a 24 etnias nativas del continente americano y otras 54 poblaciones de todo el mundo Sijia Wang y colaboradores determinaron en el año 2007 que América se ocupó mediante una migración desde Siberia.

La secuenciación del DNA procedente de un individuo de la época de la cultura Clovis en Montana (Estados Unidos), con cerca de 12.000 años de antigüedad, permitió a Morten Rasmussen y colaboradores confirmar el parentesco estrecho con las poblaciones siberianas. Sin embargo, trabajos como el de David Reich y colaboradores publicado en 2012 pusieron de manifiesto que en realidad podrían haberse dado distintos procesos de migración dentro de una historia bien larga de ocupaciones de América porque, si bien la tendencia general apunta hacia ese camino desde Alaska hacia el sur, hay huellas genéticas de determinadas etnias „como las de los hablantes Chibchas del istmo centroamericano„ que no corresponden al mismo retrato ancestral.

Pontus Skoglund, del departamento de Genética en la Harvard Medical School de Boston (Estados Unidos) y colaboradores han llevado a cabo un análisis del genoma completo de 63 individuos pertenecientes a 21 etnias nativas de América y sin huellas ancestrales europeas o africanas, identificando al menos dos huellas ancestrales. A la procedencia ya sabida del nordeste asiático se le une una afinidad entre los actuales indígenas de la Amazonia y poblaciones de Australia, Nueva Guinea y las islas Andamán que explica por qué en algunos de los esqueletos antiguos de Sudamérica se detectan rasgos morfológicos cercanos a los de los polinesios actuales. La ocupación del continente americano habría sido, de acuerdo con Skoglund y colaboradores, más compleja de lo que indica la hipótesis de una sola migración.

Heyerdahl puede descansar tranquilo en su tumba. Quizá la pasión por las corrientes del Pacífico le llevó a errar en el sentido „este-oeste, según él„ de las navegaciones. Pero los indígenas polinesios y sudamericanos parece que sí se encontraron.

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