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Crítica de cine

Sigue al perfume

Llega el Sherlock Holmes acumula más apariciones en aventuras por libre que en adaptaciones puras de la obra de Conan Doyle (véase el excelente resumen de Juanma Ruiz en Jotdown). Es la prueba más firme de la fascinación que sucesivas generaciones de creadores, espectadores y lectores mantienen hacia él. A diferencia de Hércules Poirot, Holmes tiene más cuerpo y alma, más imperfecciones. Inteligencia, sensibilidad y, en la cara B, misoginia y adicción a los opiáceos.

Mr. Holmes adapta una novela de Mitch Mullin titulada Una pequeña jugarreta de la mente. Muestra al detective en 1947, con 92 años, retirado en una casa de campo y luchando contra su memoria menguante. Los esfuerzos por recomponer su último caso y el motivo de su reciente viaje a Japón le forzarán a apercibirse, por fin, de su limitada capacidad de empatía. El guion no llega a despegar del todo, no va sobrado de originalidad, pero tiene las mínimas dosis de acción, misterio y emotividad para mantener la atención; y engrana bien los flashbacks.

Mejora, por citar un par de referentes, al fallido Hammet de Wim Wenders aunque, como retrato de senectud, no alcanza la potencia y complejidad psicológica del reciente Mr. Turner. La dirección de Bill Condon (Dioses y monstruos) tampoco despunta; un cuidado drama histórico con ritmo algo lento.

La balanza sí se desnivela por la excelsa actuación de Ian McKellen. Es un actor que no deja de mejorar con el paso del tiempo. Logra que la decrepitud del detective no sea patética ni apergaminada, Transmite astucia, ternura o impotencia con un sencillo paso renqueante y breves latigazos de su mirada.

Mr. Holmes

Reino Unido, 104 min.

Director: Bill Condon. Actores: Ian McKellen, Laura Kinney, Milo Parker, Roger Allam. Cines: Rivoli, Cinesa Festival Park,

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