"¿Cómo es ser Adrián Lastra?" Por la velocidad en la respuesta, el actor madrileño, ayer en Palma con motivo del rodaje de la nueva cinta de Cabotá, tiene muy claro qué se esconde tras esa extroversión tan atractiva. "Hay en mí una vergüenza y timidez ocultas", confiesa. El rodaje de la película del mallorquín -hoy en Palma y a partir de mañana en Artà, entre otras localizaciones- está siendo un ejercicio de autoconocimiento para el elenco. "Hacemos de nosotros mismos, yo hago de Adrián Lastra, pero la historia es ficción, una suerte de falso documental que narra una historia paranormal y de terror que experimentamos tanto yo como mi amigo Esteban Piñero", relata. "Lo más complicado es hacer de uno mismo e interpretar la naturalidad, lo que tú eres y cómo reaccionarías ante las situaciones", señala. Así, gran parte de la construcción de los personajes se cimenta en la improvisación. Los diálogos van fluyendo pero también las propias imágenes del metraje. "En muchos momentos, somos nosotros los que cogemos los objetivos y nos grabamos", refiere, creando ese efecto de cámara temblorosa enarbolado por El proyecto de la bruja de Blair. "Es una película muy poco convencional pero muy comercial a la vez", explica Lastra, que estuvo en Palma por última vez con el musical Hoy no me puedo levantar (2010). "No es la típica película de miedo cuyo tráiler te vende todos los sustos", agrega. "Aquí desde el primer plano hasta el final es tensión pura, ¿qué está pasando?", sostiene.

Acostumbrados a verle en registros cómicos, éste es su primer papel en una cinta de miedo. "En Velvet hay un sustrato más dramático, como en El discurso del rey, la obra de teatro que estoy haciendo ahora", indica.

El actor, hasta el momento bregado en musicales, es consciente de que Primos le catapultó en el cine patrio. "Amo a Daniel Sánchez Arévalo, es mi primo. Recuerdo que cuando leí el guión de la película pensé que nadie se iba a creer a un personaje que encima al final lleva un parche. Sin Daniel al lado no podría haberlo hecho", confiesa Lastra, que está seguro de que volverá a compartir plató con el director de La gran familia española. "Me gusta trabajar con cineastas como él. Lo asimilo a Marcos Cabotá. Ambos le van diciendo al actor lo que le va pasando, te van hablando mientras construyes e interpretas al personaje", comenta.

El intérprete desea que los políticos que lleguen al poder tras las elecciones generales no interpreten. "Que sean ellos mismos. Los políticos son actores con mucha formación -no necesariamente académica- y poca intuición", sostiene. Ante los comicios, piensa que se va a producir un cambio. "Espero que esta vez miren por la gente", agrega.

Desde su punto de vista, uno de los problemas que aprietan al cine de este país es el precio único de las entradas, además del IVA. "Carmina o revienta no puede costar lo mismo que Iron Man, que ha costado millones de euros", reflexiona. "La producción no es la misma. Igual deberían plantearse hacer como en el teatro: un musical o una ópera son más caros que una obra de teatro normal", señala.

Para Lastra, la formación en los musicales es muy potente. "Esos actores que canta, bailan y actúan bien son como los boinas verdes", compara. "Mi formación siempre han sido las tablas, he hecho cursos de interpretación, pero hasta que no lo tocas con las manos... Pienso que un actor es actor porque sabe crear un personaje y sabe transmitir unas emociones, no porque haya estudiado", reflexiona. "Para mí la palabra intuición es clave en la interpretación. Como soy intuitivo e impulsivo, siempre arriesgo", concluye.