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Grandes amores

Reina de la alta costura y del 'Lady Moura'

El magnate saudí le regaló a la libanesa, coleccionista de piezas de diseño exclusivas, el 'Lady Moura'. El yate fondeó durante casi dos décadas en el Club de Mar de Palma

El 'Lady Moura' fondeado en Palma.

Mallorca fue el fondeadero de una aquilatada prueba de amor flotante: el Lady Moura. El magnate Nassir Al-Rashid, asesor de la familia real saudí en temas petrolíferos, le regaló a Mouna Ayoub el yate privado más grande del mundo del momento con el fin de conquistarla. El regalo funcionó. Al menos durante un tiempo. La embarcación, cuyo nombre se compone al unir la primera sílaba de los nombres del matrimonio, atracaba comúnmente en el Club de Mar.

A pesar del lujo náutico, la libanesa declaraba en agosto de 1996 en Mallorca que el yate, con una tripulación compuesta por 66 personas, "puede ser una cárcel. Nunca alcancé en él la felicidad que me embargaba paseando por Na Burguesa en solitario, y disfrutando de la belleza silenciosa de la isla. Abandoné el barco de mi marido para establecerme en Mallorca".

Ayoub se convirtió en una de las primeras víctimas del islamismo pese a su acomodada vida de millonaria, menos rígida que la del pueblo. En Arabia Saudí, se veía obligada a vestir los modelos debajo de la túnica que le cubría todo el cuerpo a excepción de los ojos. Si el rey Fahd era invitado al barco, cuyo interiorismo había corrido a cargo de esta singular mujer, ella tenía que abandonarlo para no incumplir los códigos del wahabismo.

La libanesa causó sensación cuando escapó de la jaula dorada en la que vivía. La condición femenina limitó a Mouna durante un tiempo, en concreto hasta que le comunicó a su marido la decisión de divorciarse por fax. Poco después, su esposo la obligó a abandonar el palacio de Riad donde vivían. Fue entonces cuando la millonaria se convirtió en un portaestandarte de la liberación de la mujer contra las imposiciones de los integristas islámicos. En el dilema entre Oriente y Occidente, Mouna Ayoub había elegido Mallorca. "Éste es el lugar donde quiero vivir y acabar mis días", confesó.

Intentó comprar una finca en Bunyola, pero Richard Branson se le adelantó. A continuación, adquirió el Phocéa, el velero de cuatro palos que había pertenecido al magnate francés Bernard Tapie y que contaba con una tripulación de 17 personas. Además de reconvertirlo en su mansión flotante, le saca un rédito suplementario al adaptarlo como un hotel de lujo.

Proyectó un colegio malogrado y acabó llevándose a Francia su fortuna y su inigualable colección de vestidos -1.570 piezas únicas realizadas por los grandes diseñadores de alta costura-. En el país galo, su autobiografía La vérité se puso al frente de los libros más vendidos.

A bordo del Lady Moura, la libanesa fue anfitriona del rey don Juan Carlos. Juntos vieron en la sala de cine una copia de la película Platoon. Por aguas baleares, se encontró también con Tom Hanks y Steven Spielberg.

Desde su divorcio, la prensa islamista no dudó en insultarla duramente. Fue así como empezó una nueva vida, cuyo núcleo iba a ser la actividad empresarial.

El pasado mes de enero la exesposa del multimillonario Nasser Al-Rashid, que tras su divorcio obtuvo un favorable acuerdo que le ha permitido mantener un alto nivel de vida en Europa, subastó 1.900 lotes de artículos de lujo en París con el fin de apoyar a diversas fundaciones benéficas.

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