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Crítica de teatro

Con licencia para matar

Asistiendo el sábado por la noche a este estupendo trabajo de David Mataró y Salvador Oliva, me preguntaba, una vez más, cómo es que no tenemos en Palma un festival de teatro potente, que saque partido de los espacios imponentes, el clima privilegiado y la infraestructura profesional de que disponemos. Sin ir más lejos: el patio de La Misericòrdia, escenario de esta tercera convocatoria del ciclo Jardí desolat y ubicación histórica, pero esporádica, de las artes escénicas, desde que estuvo aquí el Conservatori o La Fura puso en escena sus Accions, hace un montón de años.

Como la presente edición se dedica a películas rodadas en la isla, Mataró se ha inspirado en el magistral Verdugo de Berlanga, pero también en el caso real del último ejecutado por garrote vil en Mallorca. Oliva encarna en solitario, con convicción, con humanidad, con matización, a uno de aquellos siniestros funcionarios, encargados de ejecutar, nunca mejor dicho, esa última pena, legal bajo la dictadura. Con recursos mínimos pero muy bien aprovechados, reconstruye un largo viaje para proceder a uno de sus repugnantes trabajos y, al mismo tiempo, los recuerdos de su deplorable profesión.

Berlanga consiguió rodar una comedia con semejante temática, porque era un genio, pero este Botxí se desenvuelve en clave dramática (no es para menos), así que al espectador le quedan muy escasas rendijas para escapar al horror que Mataró le coloca delante de la vista. Uno se queda, eso sí, con el alivio de que todo aquello forme parte del pasado y con el avance de la civilización.

El botxí

La Misericòrdia (Palma)

Autor y director: David Mataró.

Intérprete: Salvador Oliva.

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