La vuelta al mundo comienza en un bus hacia Son Fusteret. Calle 13 es el destino de las adolescentes en pantalones cortos y chanclas que suben al 10 en la Plaza de España. Una señora se acerca al grupo y pregunta en catalán si saben cuál es la parada para el recinto donde tocará la banda de Puerto Rico. "Yo no tengo entrada", comenta la jovial mujer que viaja sola, con esperanza de no perderse el show más esperado del verano en Mallorca. Tendrá suerte.

El sol todavía pega fuerte a las siete de la tarde del martes y las taquillas están abiertas. Filas de gente como hormigas van encontrando el camino hasta el escenario donde los locales Rumba Katxai, compuesto por mallorquines y chilenos, empiezan a hacer mover los esqueletos. Un homenaje al ska que continúa con los jamaicanos The Skatalites, que entusiasma a un público de lo más heterogéneo y diverso. Personas de todas las nacionalidades, mucha gente joven y otros no tanto, familias con hijos pequeños, mujeres embarazadas. Cuerpos tatuados y algunos looks irreverentes, amigos en grupo, personas solas, todos bailando como si no hubiera un mañana, entre animadoras subidas a zancos y un malabarista con alas de ángel y nariz de payaso. También una pareja de payeses gigantes repartiendo uvas y besos, entre las más de tres mil personas que congregó el Mallorca Roots Festival. Los fotógrafos de prensa preparan su arsenal y capturan las imágenes sobre la hora azul.

Banderas de toda Latinoamérica para recibir al 'Residente' junto a su grupo con 24 premios Grammy y una legión de fans en medio planeta. Mucha expectación hasta ver aparecer al venerado René Pérez y sus hermanos Eduardo Cabra, alias 'Visitante', e Ileana Cabra, alias PG-13. "Esto es una fiesta de locos", canta y el mundo enloquece. "Gracias por esta noche en la isla", saluda antes del Baile de los pobres: "No tengo mucha plata, pero tengo cobre", se retuercen las caderas al son del reivindicativo ritmo. Brincan todos al unísono con 'El aguante'. "Aguantamos mucho y no hay que aguantar tanto", fue la consigna del 'Residente,' invitando a rebelarse contra "leyes patéticas y anticuadas como la 'Ley Mordaza', que recuerdan a la época "en la que EE UU llamaba comunista a cualquiera que tuviera una preocupación social".

En algún momento de una noche mágica, René pidió a la gente que se abrace con el que tenga al lado, sea conocido o no, y el público se enredó como una madeja poderosa. En otro momento, el rapero que un día quemó su Maserati como un mensaje contra el "consumismo que mata a los jóvenes", pidió que todos brincaran, hasta aquellos que no pudieran hacerlo físicamente, sugirió que lo hicieran con la mente. A "los cabrones" apostados en la barra tomando cerveza invitó a que se sumaran al baile. Por lo que cuenta, el 'Residente' se informa de la actualidad de cada lugar que pisa. Sabe que los alcaldes del pueblo se instalaron en media España y se alegra por ello ante las masas que lo siguen. Se queja en sus letras de las discográficas que no se interesan por la música sino por el dinero. Saltar y cantar es su armamento contra la injusticia. Su poesía subyuga al rap, la prueba es 'Ojos color sol', la canción compuesta con el cubano Silvio Rodríguez.

'Multi viral', su tema con la participación de Julian Assange y en el que se opone a la censura y la manipulación de la información, también suena en un concierto que nadie quiere que termine. Desde las diez y media hasta pasada la medianoche, la música de Calle 13 es una espiral para "darle la vuelta al mundo". Un músico que va de aquí para allá triunfando, aconseja no pasar "más de cinco años en un lugar donde no eres feliz" y vuelve a cantar: "Soy las ganas de vivir, las ganas de cruzar, las ganas de conocer lo que hay después del mar".