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Medio siglo sin el ´Zaca´, símbolo de Errol Flynn en Mallorca

El histórico barco fue parte indisociable de la fachada marítima de la Palma de los años 50 y 60

­1950. Errol Flynn y su tercera mujer, Patricia Wymore, se dirigían a Gibraltar para celebrar su luna de miel cuando una terrible tormenta les obligó a desviarse. El Zaca, majestuoso yate del que Robin Hood se encaprichó después de la II Gran Guerra, atracó en una Serra de Tramuntana que utilizó contra la pareja el mismo hechizo que el actor solía emplear con las damas.

Siete años después, Flynn y su navío establecieron su residencia en el Club Naútico de Palma. El carisma del barco rivalizó con el del dueño, que cada noche regresaba descalzo a su camarote después de beberse Gomila de arriba a bajo. Los que vivieron aquellos días cuentan que la sed del actor era tan grande que el alcohol no producía efecto ninguno en el galán.

La negra coraza y los dos mástiles del Zaca se convirteron en una de las principales atracciones dominicales de la Mallorca cosmopolita de los 50. Los marineros ataban a los niños de Ciutat y los lanzaban al puerto para que aprendiesen a nadar entre las botellas que Errol Flynn y Tyrone Power habían vaciado la velada anterior.

Flynn se fue a morir „con las botas puestas„ a Vancouver mientras negociaba la venta del amor de su vida, que acabó formando parte de la postal palmesana durante seis años más. No fue hasta julio de 1965, hace ahora justo 50 años, cuando la viuda del libertino actor consiguió traspasarlo a un magnate inglés convencido de que podría hacer negocio con él en la costa francesa.

Mallorca perdió la pista del yate, al que se dio por hundido durante mucho tiempo. La realidad era muy distinta: estuvo agonizando durante años en la Costa Azul debido a que el inglés prefirió abandonarlo antes que malvenderlo.

Otrora buque de guerra y de expediciones científicas, el Zaca se convirtió en un barco fantasma del que se rumoreaba que servía para hospedar las fiestas de ultratumba del espíritu de Errol Flynn, del que dicen que en vida fue capaz de tocar el piano sin utilizar las manos. El astillero necesitó de un doble exorcismo católico-anglicano para que que alguien se decidiera a comprarlo y reformarlo.

Antes, la nave había dado varias vueltas al mundo y servido de escenario para Orson Welles y Rita Hayworth en La dama de Shanghái, película para la que Errol Flynn lo cedió. Johnny Weissmüller y Ava Gardner, de quien Flynn se permitía el lujo de no cogerle el teléfono, también se divirtieron a bordo del Zaca.

Los que crecieron cerca del puerto de Palma a finales de los 50 y principios de los 60 hablaron durante décadas del Zaca con la nostalgia con la que hoy se habla de Naranjito. Cuando ya nadie creía en volver a divisar esos míticos 43 metros de eslora por el litoral mallorquín, el buque sorprendió reapareciendo en 2002 para participar en la decimoctava edición del Trofeo Almirante Conde Barcelona.

La partida del Zaca un 8 de julio de hace 50 años coincidió con el inicio de la balearización, que condujo al turismo masivo y a la urbanización de la costa. Su adiós supuso el final de una época en la que las estrellas se reflejaban en las aguas del puerto de Palma.

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