Gracias a la cocina, Laura Morey se sacudió la timidez. Su interés por los productos insólitos que irrumpían en la cocina de DiverXo (3 estrellas Michelin) le animaron a compartir sus secretos con los clientes y demás compañeros. En poco tiempo, la mallorquina destacó. Después de su paso -en 2014- por el restaurante de David Muñoz, la isleña de 22 años fue seleccionada para una estancia de seis meses en el mejor restaurante del mundo según la biblia gastronómica mundial, la revista británica Restaurant. Morey iba a ponerse la chaquetilla blanca en el Celler de Can Roca. "Contacté con ellos por mail, les envié mi currículum, les gustó y me llamaron para un stage de seis meses", relata a DIARIO de MALLORCA. Su doctorado en alta cocina arrancó en febrero. Aún recuerda su primera impresión tras cruzar el umbral del establecimiento de Girona. De las bambalinas de los fabulosos hermanos Roca le llamó la atención la juventud que reinaba en los fogones. "Hay un chico de 19 años y el más mayor debe tener treinta y pocos", calcula Morey, formada en la Escola d'Hoteleria de les Illes Balears y cocinera de vocación. "Desde el primer momento nos dijeron que, si teníamos alguna aportación para algún plato, que nos atreviéramos a comentarlas. Están muy abiertos a todo", asegura la mallorquina. La motivación es otro de los motores en casa de Joan, Josep y Jordi. "Cuando hablan con nosotros, con los stagers, nos exhortan siempre a que si queremos conseguir algo hemos de intentarlo. Y que quien algo desea que no dude en intentarlo, que no renuncie a su sueño", agrega. El suyo es montar su propio restaurante en Mallorca. A corto plazo, justo después de su estancia en Can Roca -que expira a finales de este mes-, su objetivo es adquirir experiencia en otros establecimientos. Tampoco descarta presentarse a algún concurso televisivo.
En estos momentos, Morey hace magia sobre los platos que comen los aproximadamente 50 comensales que acuden en cada servicio al mejor restaurante del mundo. "Debemos ser unos 40 en la cocina", refiere. Una de las recetas más complejas que se preparan, a su parecer, es un cochinillo que se cuece a baja temperatura durante más de 24 horas. Desde que está en Can Roca, es capaz de elaborar platos que precisan hasta diez técnicas distintas. "Lo que más me gusta de estos cocineros es que son los mejores desarrollando una cocina de base tradicional introduciendo métodos vanguardistas; fusionan lo nuevo con las recetas que sus padres servían en el restaurante que abrieron en 1967", argumenta la mallorquina, con una concepción propia sobre la gastronomía muy similar. Los hermanos son meticulosos con cada una de sus criaturas. "Los martes siempre me toca hacer merenguitos de vinagre. Y recuerdo una vez que pasó Jordi y me vio que no los estaba haciendo con el tamaño correcto. Se acercó a mí muy amablemente, cogió la manga y me enseñó cómo hacerlos. Tienen mucha paciencia para explicar el proceso de elaboración de cada receta", asegura.
Los avances de Morey, que aprendió de muy niña a remangarse en la cocina con su madre, son rápidos y espectaculares. "He aprendido a hacer desde una buena gelatina a un helado. Estuve pocos días con Jordi Roca [al frente de la pastelería] y vi cómo los hacía", comenta. La isleña confiesa que no tiene un hermano favorito. "Cada uno aporta lo suyo en ese engranaje. Jordi es técnica y tiene un punto de locura. Joan es el que pone seny. Josep controla los vinos y la sala", apunta. "¿El secreto de su éxito? A pesar de contar con tres estrellas Michelin, tienen los pies en el suelo. Y son muy familiares con todo el mundo. Si necesitas algo, allí siempre tienes a alguien con quien hablar. Y, evidentemente, la comida es excelente", señala Morey, quien también ha tenido la posibilidad de conocer el laboratorio de los Roca, "donde se investigan junto a biólogos y otros especialistas los nuevos platos para la próxima gira que van a emprender".
