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Fotografía

PHotoEspaña premia los disparos dolorosos del mallorquín Toni Amengual

El festival más prestigioso del país reconoce 'Pain' como el mejor libro autoeditado del año Es una representación coral de la crisis realizada a partir de fotografías tomadas con un móvil

Toni Amengual (Mallorca, 1980) confiesa que le interesa captar con la cámara aquello que todo el mundo puede ver y a su vez fotografiar. En este sentido, estaría en las antípodas de fotógrafos como Sebastião Salgado, cuyo trabajo también admira y considera necesario. En 2010 tomó una primera instantánea de una mujer en pleno Jaime III. Lo hizo con el móvil. Aquella naturalidad "o gimnasia fotográfica" que le permitía hacer clic de manera impulsiva en la calle le motivó profundamente para continuar investigando en sus propios métodos de trabajo. De las 2.500 imágenes que tomó en las calles de Mallorca, Barcelona y Madrid, hizo una selección, de la que se publicó el volumen Pain, recién premiado por el festival PHotoEspaña como el mejor libro autoeditado del año.

Los rostros de la crisis

Los retratos recogidos por Amengual contienen un hilo argumental coherente: "Todos ellos [captados entre 2010 y 2012] representaban a personas anónimas que padecían por la situación social y económica que atravesaba y aún atraviesa España", comenta el artista. El dossier del proyecto lo presentó en el reconocido estudio palmesano Atlas (Astrid Stavro y Pablo Martín, Premio Nacional de Diseño 2013), donde se planificó y produjo toda la publicación -atención a los colores de la bandera española-, actualmente agotada (se tiraron 500 ejemplares). En estos momentos, advierte Amengual, sólo hay disponibilidad de unos pocos volúmenes de la edición de coleccionista. Para el título, el isleño declara que desde el primer momento tenía claro que quería jugar con la palabra S-PAIN. Finalmente, sólo aguantó la última parte, que justamente significa dolor en castellano.

El premio de PHotoEspaña es en realidad un reconocimiento que amplía la visibilidad del mallorquín, quien debe continuar luchando autónomamente para sacar adelante sus proyectos.

Profesor de Fotografía en la IDEP de Barcelona, opina que con los años la cámara cada vez le pesa más. "Para mí, es a veces un impedimento. Con el móvil pasas desapercibido y si lo piensas bien los telediarios abren muchas veces con imágenes grabadas con smartphones", señala. "Para mí es un instrumento más directo", agrega.

Amengual no se reconoce en ninguna etiqueta. Cuando se le menta el marchamo "fotografía social" duda. "No sé, hago aquello que creo que debo hacer. Para este proyecto, por ejemplo, me ha servido de referente Allen Ginsberg y toda la generación beat", afirma. "Me gusta mucho Aullido y casualmente es un libro que está escrito en una época de crisis, tiene una estructura repetitiva y en él se utiliza un lenguaje de calle", añade. También ha sido poroso con la Provoke, movimiento japonés de la década de los 60 que creó un tipo de fotografía que también surgió de una época de debacle económica.

Partidario de los fotolibros, adelanta que está trabajando en una suerte de precuela de Pain que se publicará en septiembre u octubre. "Es un volumen sobre el bipartidismo que hemos heredado en este país y que parece que ha terminado", reflexiona. Una serie de retratos que tomó a personas anónimas que acudieron en 2011 a los mítines del PP y del PSOE en Mallorca. "Es un proyecto que empezó con el 15M. Le di la vuelta y me pregunté: ¿quiénes no están en la plaza todavía?", explica. Con esta serie, a Amengual le interesa cuestionar el bipartidismo y el concepto de democracia.

Entre las series más conocidas del mallorquín, hay que nombrar la de Patriotas, Algo en lo que creer o la Sombra del Valle (de los Caídos). Temas muy "marca Spain": la religión, el patriotismo, la fe, la monarquía copan su página web (www.toniamengual.com). "A nivel fotográfico, me estimula trabajar en las fronteras y en este tipo de cuestiones que nos conciernen como sociedad", sostiene.

El fotógrafo se mudó a Barcelona porque no encontró su lugar en la isla. "Tampoco sé si existía", confiesa. "Por tema personal mío, no encajo en el organigrama cultural de la isla", concluye.

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