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Crítica de cine

2 de noviembre

Otra de mexicanos, felices por su triunfo en los Oscars. El libro de la vida, con el apadrinamiento de Guillermo del Toro como productor, transmite uno de los elementos más idiosincrásicos de la cultura mesoamericana, la adoración festiva de los muertos. El día de todos los santos es para ellos una fiesta auténtica, no una velada de calabazas y caramelos. Acuden a los cementerios, cantan, bailan y comen calaveritas de dulce de leche o panes de muerto sobre las tumbas.

La película de Jorge Gutiérrez recoge la tradición prehispánica de los tres mundos, los vivos, los muertos recordados y, en el escalón más profundo, los olvidados. Sobre ello ha montado una trama de doble nivel: La reina de los recordados, la Catrina, apuesta con el de los olvidados, Xilaba, el desenlace de un triángulo amoroso entre tres vivos, una chica y dos chicos que desde la tierna infancia se disputan su amor. Catrina apoya a Manolo, un descendiente de españoles, toreros de generación en generación, que aún así prefiere ser músico. Su rival, apoyado por Xilaba es Joaquín, machote, machista, y tramposo. El guion avanza sobre esa previsible disputa y posterior enfrentamiento al bandolero Chakal. Tiene un recorrido muy previsible, demasiado infantil, con risas muy limitadas. Sin embargo la puesta en escena, el ritmo, es un regalo para la vista. Toda la imaginería y la simbología más alegres del país azteca fluyen a borbotones, por oleadas, sin apenas descansos. E incluso la banda sonora tiene destellos brillantes como una adaptación del Creep de Radiohead. A los peques les gustará la película; los mayores, por el despliegue visual, no se aburrirán.

El libro de la vida

***

Nacionalidad: Estados Unidos, 95 min. Director: Jorge Gutiérrez. Actores: (Animación). Cines: Augusta, Ocimax, Cinesa Festival Park, Multicines Manacor.

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