El premio Llorenç Villalonga de novela, al que han concurrido 66 autores, ha quedado desierto "al no alcanzar, en ningún caso, el nivel que se le exige a un premio con tanta tradición como el Ciutat de Palma", valoró ayer a este diario uno de los tres miembros del jurado, Sonia Hernández.

La escritora, que compartió el fallo con los también autores Agustín Fernández Mallo y Clara Usón, confesó que la decisión fue "unánime" y "dolorosa", pues "los tres sabemos que detrás de una obra hay esfuerzo y mucha ilusión".

La noticia del premio desierto causó sorpresa entre los 850 invitados -entre ellos el president Bauzá y 23 de los 31 alcaldes del PP- que asistieron anoche a la tradicional entrega de premios, en su edición número 59, celebrada en el Principal. "Que el de novela haya quedado desierto demuestra la libertad por parte del jurado al decidir el nivel del certamen", apuntó el concejal de Cultura Fernando Gilet, quien recordó que un caso como este no se producía desde principios de la década de los 90 y que no es novedoso. "Habrá quedado desierto unas diez veces", apuntó antes de la gala.

Una gala que estuvo marcada por el protagonismo del alcalde Mateo Isern en su último discurso institucional como batle de Palma; por la ausencia de algunos de los galardonados; por ningún discurso más allá del capítulo de agradecimientos de los distinguidos; y por el humor de Agustín ´El Casta´, que fue el encargado de conducir el acto.

"Uno se pregunta qué putas hago aquí", soltó de primeras ´El Casta´, que ya desde su arranque repartió carcajadas para todos. "El alcalde está constipado, que lo sé yo. Y es que a quién se le ocurre hacer las fiestas de Sant Sebastià en enero. Provocará una epidemia, con toda la ciudad enferma", le dijo entre risas. ´El Casta´, que presentó la gala junto a la periodista Mar Puigserver, también quiso destacar la "valentía de los políticos" al elegir a un humorista para los premios Ciutat de Palma antes de las elecciones.

Del humor a la música, que llegó con Joan Manel y su homenaje a través del piano y la voz, la de Maria Lluisa Gaspar, a la figura "irrepetible" de Ramon Llull, "el pensador más original". Tras la primera de las actuaciones se produjo el discurso bilingüe -como los galardones- del regidor de Cultura, Gilet, quien remarcó que los Ciutat de Palma son un certamen "abierto, sin fronteras, sin recovecos ni capillitas" y que "la reestructuración iniciada en la pasada edición y continuada en la presente es una síntesis de esa convicción".

Los dos primeros galardonados de la velada fueron Francisco José García (Beca Investigación) y Joan Riera (Arquitectura), por sus trabajos dedicados al culto luliano en Palma y a la construcción y equipamiento de viviendas protegidas en Son Rullan, respectivamente.

La danza, a través de los movimientos de Cati Carrasco y Gaspar Morey, también tuvo su momento. Al repasar la trayectoria de los bailarines, con proyección internacional, ´El Casta´ tuvo problemas con el inglés: "Disculpen, me ha fallado el TIL", aclaró con los ojos bien abiertos.

En el bloque dedicado al formato audiovisual brilló un nombre, el de Gracia Querejeta, premiada por Cordelias en el apartado de cortometraje ficción. "Gracia está rodando y no ha podido venir, pero ha enviado un video que por problemas técnicos no se podrá emitir. Está muy honrada y muy feliz por este reconocimiento", señaló una de las actrices de su película, Pilar Matas. Tampoco pudo desplazarse, al encontrarse en Francia, el premiado en la categoría de corto de animación, César Díaz, por Zepo; ni el director de Walls, Miguel López Beraza, cinta que se impuso como mejor corto documental.

El premio Nacional Bartolomé Seguí fue el encargado de entregar el galardón al mejor cómic, que recayó en Sergio Fernández, ´Tyto Alba´, por su obra Pasodoble; mientras que el galerista Pep Pinya hizo lo propio con la ganadora en Artes Visuales, la ibicenca Irene de Andrés, quien recordó que "premios como este son importantes para animar la carrera de los artistas".

Tras una muestra de Teatre de Barra llegaron los premios más importantes, el de Poesía, concedido a Jordi Ibáñez por Davant la tomba d´Orfeu -hubo mención para Manhattan Skyline de Albert García-; y el ya citado desierto de novela. La guinda la puso el discurso de Isern, quien pidió establecer "una relación más personal entre los ciudadanos y los políticos".