A mediados de los 80 saltó el escándalo llamado CIA-Contra. Como el congreso norteamericano había prohibido a la agencia secreta financiar a la contrainsurgencia nicaraguense, recurrió subrepticiamente a narcotraficantes en un diabólico trueque de armas por droga. Gary Webb no fue el primer periodista en dar la noticia pero logró mucha notoriedad al asociarlo con la difusión descontrolada de crack en Los Ángeles y sus letales efectos. Eso forzó a la CIA, normalmente muda o hiperdiscreta, a cortarle las alas. O sea, silenciar pruebas o testimonios, sembrar serias dudas sobre su profesionalidad y presionar a sus jefes para que lo rebajaran o despidieran.

El tema, aunque ese escándalo suene lejano, sigue siendo vigente. Igual que la personalidad del protagonista, un reportero de raza, incansable e incorruptible. Y también, o por eso, ingenuo y piñón fijo. Llegó a creer que David gana siempre a Goliat y acabó luchando contra molinos. Matar al mensajero narra sus desventuras. No es magistral porque recurre a clisés en varios pasajes y no ahonda lo suficiente en las contradicciones del periodista, pero es muy entretenida. Bien ambientada, mucho exterior, vídeos de archivo en los momentos justos, banda sonora correcta y un Jeremy Renner que transmite todo el entusiasmo, la ebullición vital de Webb. Lo que más asusta del filme es cuando se abre la veda contra él. La participación, como cazadores, de grandes medios de comunicación supuestamente afines (L.A. Times, Washington Post, N.Y. Times), la estrategia difamatoria que utilizan, su ausencia de ética y escrúpulos, son idénticos a los ataques que recibe ahora y en nuestro país la formación Podemos.

Matar al mensajero

Estados Unidos, 112 min.

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Director: Michael Cuesta

Actores: Jeremy Renner, Rosemarie DeWitt, Mary Elizabeth Winstead, Paz Vega

Cines: Rivoli, Ocimax, Cinesa Festival Park.