-Para que se haga cargo del tipo de entrevista: “¿Es más fácil amar Mallorca que entenderla?”

-Ja, ja, probablemente. No presumo de entenderla, porque dos semanas no bastan para ello, pero desde luego que la amo y me muero de ganas por volver.

-Su novela abrevia Puigpunyent a ‘Pigpen’ o Pocilga.

-Puigpunyent era una palabra difícil de pronunciar, cuando nos instalamos en el hotel Son Net los meses de enero y febrero. Ojalá pudiera vivir allí durante todo el año.

-Podría haber elegido cualquier otra geografía vacacional, ¿por qué Mallorca?

-Tenía que ser una isla, que además no fuera solo bella, sino que tuviera muy buena comida porque la madre es una escritora de cocina. También debía tener gente guapa, y no se me ocurre un personaje de novela más atractivo que Rafel Nadal.

-¿El profesor de castellano de la hija está inspirado en Nadal?

-Se parecen incluso físicamente. Buscaba una isla muy popular, pero que en Estados Unidos no lo es tanto.

-Su protagonista interacciona con los Nadal.

-Eran castillos en el aire. Pensé en que apareciera el tenista, pero ningún lector hubiera creído que pudieras encontrarte a alguien como Rafel. Entonces se me ocurrió un personaje inspirado en el tío Toni, que también es un hombre de ensueño. ¿Cómo podría hacerle llegar un ejemplar de mi libro?

-Ningún mallorquín visitaría la Fundación Miró, usted lo hizo.

-Me gustó el edificio principal, pero sobre todo el estudio, que se conserva como si Miró fuera a salir en cualquier momento para irse a comer.

-¿Mallorca es un buen lugar para restaurar una familia disfuncional?

-Yo recomendaría viajar a lugares bellos para recomponer todo tipo de relaciones. Le propongo un eslogan a la conselleria de Turismo: “Ven a Mallorca y vuelve a enamorarte”.

-Otro eslogan figura en la novela: “Un tiempo maravilloso, comiéndonos el camino”.

-La fruta es deliciosa en Mallorca, diferente de la neoyorquina. Me encanta que podáis comer tantas cosas diferentes, un poco de cada una de ellas, porque mis ojos son mucho más grandes que mi estómago.

-Usted trae a cuatro parejas heridas a Mallorca, ¿hay un solo matrimonio sano en Estados Unidos?

-El mío es fantástico. Todas las parejas atraviesan fases resplandecientes y lapsos decepcionantes. Un viaje en el que pueden vivir y respirar cosas nuevas ayuda a sobrellevar los golpes.

-Sus protagonistas llegan a Mallorca desde Manhattan, que no es otro país sino otro planeta.

-Manhattan es un mundo aparte respecto de cualquier otro lugar. Me crié allí, y mis padres me llamaban “la chica de una pequeña isla” por mi estrecha perspectiva. Ahora vivo en Brooklyn, que se está masificando porque la gente y el dinero llegan en grandes cantidades.

-‘The vacationers’ ha recibido críticas excelentes.

-Sí, estoy muy contenta porque es difícil esperar que te ocurran cosas buenas. Nunca sabes cómo será recibido un libro, y esta parte escapa a mi trabajo porque corresponde a mi editor. Lo mío es escribir la siguiente novela.

-Claro que el único veredicto relevante corresponde a los nativos.

-Por supuesto, me gustaría que lo tradujeran. Solo tengo una amiga mallorquina, y me dijo que “has hecho un buen trabajo describiendo la isla”. Así que llevo un porcentaje de aprobación del cien por cien.

-“Mallorca está menos pateada por los americanos que la Toscana”, ¿a qué se debe?

-Ojalá mi novela sirva para que más norteamericanos descubran Mallorca. Un amigo me envió una foto en que su billete de avión a Palma estaba colocado sobre la portada de mi libro.

-Los “adolescentes borrachos” de su novela participan hoy en felaciones en cadena en Magaluf.

-Es terrible. Al viajar en invierno no vi este aspecto. Pasamos por Magaluf en coche, y me hubiera gustado ir a una discoteca, pero todo estaba vacío.

-Visitó Mallorca embarazada.

-Lo cual me ayudó a pensar con mayor profundidad en la familia. Hasta aquel momento, mi única experiencia era como hija. La condición de madre ha aumentado mi grado de comprensión.

-¿Ha escrito una reflexión sobre las vacaciones?

-Quizás. Viajar fuerza a la gente a salir de sus rutinas y les abre el cerebro.

-¿Qué le ha dado Mallorca a su novela?

-Cada libro necesita del emplazamiento adecuado. Llevaba años deseando escribir sobre esta familia, pero solo me decidí tras visitar Mallorca. El lugar influye sobre todo lo que ocurre en él. La piscina, las horas en la tumbona, las siestas... La isla hizo posible la novela.