Una de las muchas cuestiones controvertidas acerca de la naturaleza de los neandertales y su proximidad o lejanía respecto de nuestra especie es la de la ingesta que les permitió sobrevivir, adaptados como estaban a tierras europeas durante la última glaciación que dejó buena parte del continente bajo los hielos. La morfología del cuerpo y la cara de los neandertales se han relacionado desde los primeros estudios comparativos con la adaptación a climas extremos: una gran robustez, una talla reducida y un orificio nasal considerable apuntarían a la presencia de rasgos adecuados para enfrentarse con el frío propio de las zonas periglaciares.

En tales condiciones, se tenía a los neandertales por unos cazadores expertos de los grandes animales de la tundra y, por tanto, sujetos a una dieta carnívora exclusiva. ¿Cómo podría ser de otra forma? Las evidencias indirectas, basadas en los estudios tafonómicos de los yacimientos musterienses „la cultura típica de los neandertales„ y en particular los estudios isotópicos del carbono y nitrógeno del colágeno de los huesos llevaron a especialistas como Erik Trinkaus a concluir hace un quinquenio que hubo un cambio de dieta significativo entre los neandertales y los humanos modernos. Se manejó, pues, como hipótesis el que la dieta más variada de nuestra especie habría sido crucial para la supervivencia mientras los neandertales se extinguían hace cerca de treinta mil años. Pero dado que existen pruebas irrefutables de la ocupación neandertal del Oriente Próximo y Medio, quizá habrían podido incorporar también otras fuentes, vegetales esta vez, a su ingesta.

Las evidencias acerca de una dieta especializada o generalista de los neandertales se han visto enriquecidas gracias a Ainara Sistiaga, investigadora del departamento de Geografía e Historia de la universidad de la Laguna, y sus colaboradores, quienes han publicado en PLOS ONE un análisis mucho más directo de la dieta neandertal basándose en el estudio de los biomarcadores fecales procedentes de los terrenos con evidencia arqueológica de ocupación neandertal del yacimiento al aire libre de El Salt (Alicante), de una edad que se encuentra entre los 42.000 y los casi 70.000 años. Los lípidos relacionados con la digestión muestran una presencia elevada de coprostanol, cosa que indica que la principal ingesta de los neandertales de El Salt era la de carne. Pero el estigmastanol „un derivado del colesterol„ también hallado apunta hacia un consumo significativo de vegetales.

Semejante resultado no sorprende en absoluto: todos los primates somos omnívoros oportunistas. Pero la constatación de una ingesta variada siempre que las condiciones la hacían posible aproxima una vez más los neandertales a nuestra especie. Y obliga a entender que las causas de la desaparición de nuestros primos más cercanos, por desconocidas que sean de momento, es probable que tengan poco que ver con la dieta.