Francesc Capdevila, ´Max´ (Barcelona, 1960), uno de los dibujantes más reconocidos por sus trabajos en el campo de la ilustración y el cómic, residente en la isla desde 1984, desveló ayer algunos de sus secretos como ilustrador, terreno en el que ha conquistado diversos galardones, entre ellos el Premio Nacional Infantil y Juvenil en 1997 o un Premio Junceda en 2004 por el libro de arte Espiasueños.

Max, cuyo trabajo como ilustrador comprende carteles, portadas de libros y discos, ilustraciones para prensa, revistas y libros infantiles, de poesía e incluso de filosofía, quiso establecer desde el principio diferencias, "no siempre claras", entre ilustración y cómic: "Dos cosas completamente distintas, o casi, porque una ilustración es un dibujo, como una fotografía, y un cómic es como una película".

El autor catalán confesó ser un "un dibujante de historietas de cómic" que con el tiempo se incorporó "al mundo de la ilustración, que durante años ha sido el medio con el que me he ganado la vida, como la gran mayoría de dibujantes".

Max aclaró que muchos de sus trabajos en este campo son "alimenticios", es decir, "encargos que acepto como sustento de vida". Sin embargo, hay otros, más placenteros, "por los que siente atracción, trabajos que te hacen sentir", como El fogonero, relato de Kafka que se publicó en 1913 y que, con motivo de su centenario, Max ilustró para la editorial Nórdica.

"Con cada trabajo procuro enfrentarme a una dificultad nueva, a un reto, así es como desarrolla uno su creatividad", reconoció.

Como ilustrador confesó que necesita leer "hasta 30 veces" un libro para adultos antes de entregarse a los dibujos, en busca de detalles, analizando las descripciones que pueda haber y evitando trabajar "al pie de la letra", ya que "coartaría mi propia imaginación".

Uno de los fines que ha perseguido a lo largo de su trayectoria es el de lograr que el cerebro del lector registre cosas que el ojo no siempre ve, apuntó un autor que negó el título de la charla-coloquio que protagonizó: "El ilustrador no es el mejor lector", expresó, "es uno más, que tendrá que bucear en el texto".

Durante el acto, Max anunció dos de los proyectos en los que trabaja actualmente: las ilustraciones para un texto de Marco Denevi, para el que en 2006 ilustró, a petición del director de la colección Los prodigiosos cuadernitos, Armin Abmeier, su obra Un perro en el grabado de Durero titulado El caballero, la muerte y el diablo; y los dibujos que realizará para un poema épico de Ana Merino, la autora del poemario infantil Hagamos caso al tigre.

"En la literatura infantil hay mucha mediocridad. Pones el piloto automático y... si a ti el libro no te inspira... Muchos de estos trabajos son alimenticios", insistió. Algo diferente le brinda la música, las portadas de los discos, trabajos "más gustosos", apuntó. Y entre los "caramelos" que le gustaría probar, citó uno: ilustrar el Manuscrito encontrado en Zaragoza, la novela gótica publicada por Jan Potocki en 1804.