Mallorca fue un bálsamo donde Ana María Matute trató de mitigar sus desavenencias conyugales. La autora se refugió en casa de Camilo José Cela y Charo Conde en Son Armadans (Palma) a finales de los años cincuenta, poco después de contraer nupcias con el también escritor Eugenio de Goicoechea. El hijo del Nobel apenas la recuerda - "yo era muy niño", señala-, pero confirma la amistad íntima que la unía a sus padres. "Formaba parte señalada de esos amigos a los que cabe llamar de toda la vida, en especial en los años que sufrió sus más que conocidos problemas matrimoniales", evoca el articulista de DIARIO de MALLORCA.

De la estancia en la isla y de lo que le relató el matrimonio Cela- Conde y allegados, la escritora extrajo materia novelable para Primera memoria, una historia con la que consiguió el Premio Nadal en 1959. La novela está ambientada en la Mallorca de la Guerra Civil y franquista, pero está narrada desde el recuerdo de una voz adulta que conoció con doce años el barrio de Santa Catalina, el Port o Son Major (probablemente Cala Major). En sus páginas, dejó escrito que "ésta es una isla de fenicios y de mercaderes. En las casas de este pueblo, en sus muros y en sus secretas paredes, en todo lugar, hay monedas de oro enterradas". La histórica estigmatización de los xuetes o descendientes de los judíos conversos en Mallorca también fue recogida por Matute en Primera memoria, donde los hermanos Tarongí llegan a ser acusados de supuestos espías que ofrecen información al bando franquista. Para dotar aún de mayor realismo los acontecimientos relatados en la novela, las peleas entre los muchachos las sitúa la escritora "en la plaza de los judíos", escenario en el siglo XVII de las inquisitoriales condenas a la hoguera. Es justo en estos pasajes sobre la persecución de los judíos donde puede localizarse un nexo de unión entre Matute y Carme Riera -autora de Dins el darrer blau-, "aunque hayamos tratado este episodio desde momentos históricos muy distintos", señala la académica mallorquina, que ayer recordó a su amiga "como alguien muy agradable, simpática y con un ego muy poco potente, evitaba siempre ser la protagonista".

A pesar de su "improbable asistencia" a las Conversaciones poéticas de Formentor, celebradas en el norte de la isla, Matute fue citada en esas reuniones, "y no sólo por mi padre, como una de las pocas rara avis de la novelística española de aquellos años", relata Camilo José Cela Conde. En la revista Papeles de Son Armadans, editada por el Nobel desde Mallorca, también aparecieron estudios sobre su literatura y "Olvidado rey Gudú fue libro de cabecera en la mesilla de noche de mi madre", comenta el catedrático.

Las siguientes visitas de la autora a la isla fueron de carácter profesional. Pronunció una conferencia en el Centre de Cultura Sa Nostra en 1998, en la que criticó la incomunicación entre las personas. Meses después regresó para un Curso de Literatura Hispanoamericana que despidió con la siguiente reflexión: "Escribir es siempre una forma de protestar".