Un ingeniero mallorquín, Manuel Olivera, forma parte de la expedición que desde el pasado 5 de mayo y liderada por Ramón Larramendi se enfrenta a la primera circunnavegación de la historia por el hielo de Groenlandia. La travesía durará un mes y medio y comprende cinco mil kilómetros, los que suma el perímetro de la isla más grande del mundo, una aventura que se afronta a bordo de un vehículo sostenible, de fácil manejo, económico y destinado a la investigación científica: un trineo eólico.

"El objetivo de la expedición, que está previsto que dure en torno a 45 días, es comprobar la eficacia del trineo de viento para la investigación en los territorios polares, ecosistemas de gran fragilidad en los que hoy se mueven miles de científicos de todo el mundo dejando su huella ecológica", explica Olivera.

Se trata de una expedición jamás realizada por el ser humano en Groenlandia, aún hoy una de las islas menos conocidas del planeta. Un viaje en el que se podría batir el récord de distancia recorrida en un solo día -más de 500 kilómetros en 24 horas- y en el que los expedicionarios llevan a bordo diferente instrumentación científica para recoger datos para dos proyectos científicos del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC), dirigidos por el geógrafo Juan Ignacio López Moreno: la caracterización de la nieve y la validación de modelos climáticos de Groenlandia. También se tomarán medidas de la radioactividad en los restos de antiguas bases militares abandonadas con el fin de la Guerra Fría y, si las condiciones lo permiten, porque deberán soportar temperaturas por debajo de los 40 grados bajo cero y fuertes vientos, tienen previsto visitar algunas de las estaciones científicas internacionales que se encuentran cerca de su ruta y en las que se investigan los cambios que están ocurriendo en Groenlandia.

El calentamiento de la Tierra

El último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU refleja que el Ártico, donde está situada parte de Groenlandia, es la zona del planeta donde más impacto está teniendo el calentamiento de la Tierra. España, uno de los países que más sufrirá sus consecuencias, según los expertos, no tiene allí ninguna instalación propia, una carencia que podría paliar el trineo de viento.

La expedición, que cuenta con el apoyo de Acciona y la SGE (Sociedad Geológica de España), está liderada por Ramón Hernando Larramendi, uno de los grandes exploradores polares desde finales del siglo XX que logró su primer gran hito en 1993, cuando viajó desde Groenlandia hasta Alaska con un trineo tirado por perros y en kayak. El equipo lo completan el ingeniero Eusebio Beamonte, la danesa Karin Moe Bojsen, el groenlandés Hugo Svensson y el mallorquín Manuel Olivera.

Mallorquín de origen, Olivera se graduó como ingeniero industrial por la Universidad Politécnica de Madrid. Posteriormente, realizó el Master de Ciencia en Ingeniería Civil por la USC, de California. Desde muy joven se sintió atraído por la montaña y la aventura. En 1987 fue el jefe de expedición Escuela Técnica de Ingenieros Industriales de la UPM a los Andes del Perú. Al año siguiente, recorrió la costa cantábrica en kayak con Ramón Larramendi. Dos años después participó con Larramendi en la Expedición Circumpolar Mapfre 1990-1993. Juntos realizaron miles de kilómetros de recorrido en tres periodos diferentes, con un total de 16 meses (el más largo de un año). Desde 1994 trabaja en la empresa Ferrovial, donde ocupa el cargo de director internacional del Servicio de Maquinaria. En la circunnavegación de Groenlandia será el responsable de las comunicaciones y de la dirección de los proyectos científicos.

La tripulación prevé que se encontrará con vientos muy distintos, no siempre a favor, como demuestra el diario de la expedición, que puede consultarse en internet (http://www.tierraspolares.es/trineodeviento/el-viaje-dia-a-dia/). "Todo el día quietos parados. El viento viene lateral respecto a nuestra dirección y ayer decidimos parar después de que el trineo de viento sufriera demasiado, al límite de resistencia de los materiales. Dos poleas y una cometa dañadas es el balance. La carga de 1.500 kilos se nota, y mucho. Hemos estado estudiando cómo aprovechar el material que tenemos, adaptando el vehículo a las nuevas circunstancias, pero para no forzar el tiro vamos a esperar a que cambie el viento. Aprovechamos para hacer la prueba científica de caracterización de la nieve. También para intentar enviar alguna foto, aunque internet funciona muy mal. Continuamente se corta la línea y es imposible transmitir", escribieron el pasado lunes.