Hace casi 80 años, Francesc de Borja Moll emprendió un viaje empresarial por la literatura catalana. A finales de abril, Comèdies, de Pere d´Alcántara Penya, fue el inicio de la primera publicación que dio fruto a una extensa colección de libros, Les Illes d´Or. A su vez, y en un trabajo conjunto con Antoni Maria Alcover, Moll dedicó su tiempo a revelar el Diccionari Català-Valencià-Balear (obra magna de la editorial) e imprimió las rondaies mallorquines que hoy todo el mundo disfruta. El gran éxito de la recopilación de títulos de escritores mallorquines permitió en poco tiempo sacar obras de Costa i Llobera, Alcover, Miquel dels Sants Oliver, Maria Antònia Salvà y una larga lista de figuras literarias.

Un trabajo que se vio frenado al poco tiempo por la irrupción de la Guerra Civil. Más tarde y con la postguerra de por medio, la censura dificultó mucho más el proyecto de Moll en su papel como editor.

No obstante, El somni encetat, del joven Miquel Dolç, consiguió traspasar la barrera que autorizaba a publicar sólo a los autores clásicos y consagrados. El libro se convirtió en el primer título en catalán de un autor viviente.

Poco a poco y escudado bajo el lema de Ovidio Dura tamen molli saxa cavantur aqua (es dura la roca, pero el agua termina por socavarla), Francesc de Borja Moll fue consolidando, con constancia y perseverancia, la publicación de autores de una nueva generación existente. Llorenç Moyà, Josep Maria Llompart o Bernat Vidal recogieron el testigo para dar vida a la literatura catalana.

En 1954, la publicación de El que s´ha de saber de la llengua catalana, de Joan Coromines, originó nuevas colecciones de narrativa como Raixa, de prosa como Balenguera o de historia y filosofía como Els Treballs i els Dies.

Mientras tanto, en 1962 se celebró la finalización del décimo volumen del Diccionari Català-Valencià-Balear, junto con la reedición en distintos formatos audivisuales de las obras de más éxito de la compañía, las Rondaies Mallorquines.

La irrupción de la democracia supuso un cambio para Editorial Moll, que con la aparición de competencia y la libertad, dejó de ser un referente de "resistencia cultural" para convertirse en una constatación literaria.

La crisis y sus efectos

La Editorial Moll no ha cesado su actividad en ocho décadas y ha sido el expositor de los grandes escritores mallorquines. A pesar de ello, no ha escapado de la crisis económica que tan fuerte ha azotado a los libreros. Susanna Moll, nieta del fundador, asume que hay que adaptarse. "La situación es complicada pero sobrevivimos. Sólo podemos publicar novedades. Tratamos de expandirnos mediante las redes sociales, las ayudas de las instituciones y la presencia en las escuelas".

Las últimas muestras de la tenacidad de la empresa son los libros de narrativa como Ara et diré què em passa amb les dones, de Cèlia Sànchez-Mústich, o L´error o la vida, de Joan Perelló. También han recogido la poesía a través de Missa pro carnavale mortis, de Albert Ubach o Les detallades vores del camí, de Marià Villangómez.

Como demostración de que la actividad no cesa, Moll tiene previsto presentar una novela inédita de Josep Maria Palau para conmemorar el centenario de su nacimiento.

Ayer, La Setmana del Llibre en Català, que se celebra en la sala Capella de la Misericòrdia, rindió homenaje a la editorial con una conferencia a cargo de Gabriel Janer Manila, en la que se hizo un repaso a 80 años de historia literaria.