­El alcalde de Palma se erigió ayer en protagonista voluntario de la ceremonia de entrega de los Premis Ciutat de Palma celebrada en el Teatre Principal al anunciar que propondrá organizar "una comisión formada por técnicos altamente cualificados para que perfilen los temas y los contenidos que puedan llevar a Palma a proponer una candidatura como Patrimonio de la Humanidad". Una declaración que cerró un acto en el que se repartieron nueve galardones -los más importantes, el de Poesía y Novela, recayeron en Ben Clark y Rosa Font i Massot, respectivamente- y con el que Mateo Isern y el concejal de Cultura Fernando Gilet defendieron, en sus discursos, la decisión de convocar un único galardón literario para el castellano y el catalán.

Cerca de mil personas acudieron con invitación a un Principal que se vistió de gala para convertir a Palma, por un día, en "capital de la cultura". Con las autoridades en primera fila, caso de la presidenta del Parlament Margarita Durán, la delegada del Govern Teresa Palmer o el comandante general de Balears Casimiro Sanjuan, la velada arrancó a las siete de la tarde con música, la que interpretó un septeto de la Acadèmia 1830. Raquel Rozalén y Joan Monse fueron los encargados de conducir la gala, la número 59 en la historia de unos premios al que este año concurrieron más de 740 propuestas en sus diferentes categorías.

En el primer discurso de la noche, pronunciado en catalán, Fernando Gilet señaló que la reforma del certamen "pretende sintonizar con la realidad social y cultural" de la ciudad y amplía "la libertad al darle al lector la opción perdurable de poder escoger la lectura de los Ciutat de Palma en cualquiera de las lenguas oficiales, la que desee".

"Con la obligación de traducir al catalán la obra premiada escrita en lengua castellana, y al castellano si lo ha sido en lengua catana, se ensancha para siempre el campo de los posibles lectores", afirmó, al tiempo que se mostró convencido de que "el debate lingüístico en materia literaria tendría que estar archivado. Considero el conflicto una servidumbre más del pasado que una controversia realmente fructífera para la gran mayoría de ciudadanos".

Tras la ovación dedicada a Gilet, se entregaron los galardones. El primero, la Beca de investigación, dotado con 5.000 euros y elegido de entre un total de 18 proyectos presentados, fue para Bartomeu Vallori por su trabajo Urbanisme romà a la ciutat de Palma.

El de Arquitectura, dotado con 12.000 euros, recayó en Juan Miguel Tizón y José Ripoll por su trabajo realizado en la Calle Capità Vila 34-36 esquina calle Can Curt. Los siguientes galardones, dotados con 5.000 euros, fueron los de audiovisuales. El de animación independiente se impuso a un total de 49 cintas presentadas y se lo llevó la alemana Viola Baier, ausente en el teatro, por Wedding Cake. Los otros dos, Corto de Ficción y Corto Documental, en ambos casos novedades en los Ciutat de Palma, los ganaron M. A. Carmona, por Subterráneo, y Maria Agúndez (por Los hombres también son vírgenes), respectivamente. "La cultura es el mejor gimnasio para entrenar nuestra alma", reivindicó Carmona.

El argentino Jorge E. Isaurralde, ´Tatúm´, se adjudicó el de Cómic, dotado con 10.000 euros y la publicación de la obra ganadora por el ayuntamiento: El funeral de John Mortonson y otros cuentos. "Gracias por apostar por las jóvenes promesas", bromeó un dibujante en activo desde la década de los setenta.

Levi Orta, de La Habana, se impuso en el Antoni Gelabert de Artes Visuales por su obra Creación política 2010-2013, un galardón dotado con 12.000 euros.

El Joan Alcover de Poesía, de idéntica dotación, recayó en Ben Clark (por La fiera), que se lo dedicó a Marià Villangómez, ibicenco como él; mientras que el más codiciado, el Llorenç Villalonga de novela (de 26.000 euros), fue para Rosa Font i Massot por La dona sense ulls. "El catalán es mi lengua, la que quiero, con muchos siglos de trayectoria, y la que hemos de preservar", expresó.

Isern quiso cerrar el acto con un discurso centrado en la cultura, "una forma de resistencia frente a los egoísmos del presente (...), un instrumento de frontal oposición ante la intolerancia y la falta de respeto hacia los que discrepan", dijo. "Si queremos que la cultura sea uno de los ejes vertebradores de un proyecto común de ciudad, resulta imprescindible su despolitización", subrayó el alcalde.