Pollentia amanece en febrero con movimiento de tierras. Son los arqueólogos y restauradores que, a toda máquina, conceden esplendor al foro romano, aquella plaza pública que una vez fue el epicentro de la ciudad romana más importante de Balears. Sí, es febrero, y extraña ver tanto flujo de actividad arqueológica por estas fechas en un yacimiento mallorquín. Porque las excavaciones no suelen ser para el invierno, sino para el verano, como las bicicletas. Sin embargo, es febrero, y en el yacimiento de Alcúdia los ritmos han empezado en 2013 de manera bien diferente. El motivo: la bienvenida ayuda de 80.000 euros otorgada por el ministerio de Cultura al consorcio de Pollentia. La inyección necesaria para sacar las herramientas y aventurar en el subsuelo nuestra historia.

En estos momentos, debe decirse que hay dos equipos diferentes trabajando en el yacimiento romano. Por una parte, un grupo de arqueólogos constituido por Sebastià Munar, Antoni Puig, y Bartomeu Vallori, formados todos ellos en la Universitat de Barcelona (UB), además de María José Rivas de la Universidad de Granada. Por otro lado, desempeñan labores de restauración Bernat Burgaya y Margalida Munar (ambos también cursaron estudios en la UB), los margers Julià Sinning y Manolo Nadal, y los peones José Jiménez y Pere Palou.

Antes de empezar a especificar qué intervenciones se vienen realizando en el yacimiento desde el 20 de diciembre, el director técnico de las excavaciones, Bartomeu Vallori, considera importante establecer las diferencias existentes entre las campañas de verano y las de invierno. Entre ellas, destaca una de las más significativas: los equipos humanos estivales cuentan entre sus filas con estudiantes del curso de Arqueología de Pollentia, mientras que en invierno los grupos de trabajo son únicamente profesionales. Por otra parte, apunta el arqueólogo al frente del yacimiento, las campañas invernales siempre son más largas. En concreto, la que se está desarrollando actualmente en Pollentia arrancó a finales de diciembre y terminará la última semana de este mes. "Que duren dos meses es necesario para que se noten los avances", argumenta Vallori. "Toda excavación es lenta porque se ha de ir documentando todo el material, limpiarlo, inventariarlo, etc. Éstas son tareas que provocan que el trabajo se alargue mucho", indica.

Desde el día 20 de diciembre, los arqueólogos que conforman el equipo de Pollentia -dirigido en la parte científica por Miquel Àngel Cau (adscrito a la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats y de la UB) y Esther Chávez (Universidad de La Laguna)- empiezan su jornada laboral en el yacimiento a las 8 en punto de la mañana. Es importante que sea temprano porque deben aprovechar la luz natural del día para excavar y restaurar. La retirada llega hacia las 15 ó 16 horas, aunque algún día han tenido que acabar más tarde las tareas, cuando el trabajo así lo ha precisado. Es el caso del equipo de restauradores, que el pasado jueves estuvo hasta las 19 horas para terminar la rehabilitación del pavimento del tipo opus signinum con crustae (fragmentos de mármol) de la Habitación C, un suelo que no puede reconstruirse por fases porque el acabado final debe ser igual en toda la superficie. Cabe señalar que la Habitación C es un espacio ubicado junto a las tabernas, una estancia de buen tamaño que debía utilizarse para menesteres más importantes que el pequeño comercio. "En el suelo de este habitáculo hemos encontrado la huella de un pedestal. Por eso barajamos que podría ser otro lugar de culto o la curia, es decir, el espacio donde se reunía el gobierno de la ciudad", explica Vallori.

Pollentia ha amanecido con sol toda esta semana. Ha habido suerte. De momento, durante los 60 días que lleva la campaña en marcha, el arqueólogo calcula que habrán tenido que suspender el trabajo de campo sólo cuatro o cinco días a causa de la lluvia. "Durante esas jornadas de chubascos aprovechamos para limpiar cerámica e inventariarla", prosigue. Por las noches, sobre todo cuando el parte meteorológico del día siguiente vaticina agua, cubren con un plástico la zona donde van a trabajar. "Un poco de humedad siempre va bien porque se ven mejor los estratos, pero si el terreno están enfangado no hay nada que hacer", asegura Vallori.

Además del pavimento de la posible curia (Habitación C) de la ciudad romana, los restauradores han recolocado el lindar de su puerta de entrada a partir de una previa consulta de fotografías y dibujos de las excavaciones antiguas que se llevaron a cabo en 1923. Todas estas rehabilitaciones se han llevado a cabo con los mismos materiales que los originales, mortero de cal. "También reutilizamos muchas piedras de marés que estaban en el yacimiento", explica Margalida Munar, quien apunta que la mayor dificultad que se han encontrado durante estos dos meses es la restauración del suelo de la Habitación C. "Hemos tenido que dar con una mezcla de materiales que aguantara en el exterior, porque el pavimento original estaba pensado para el interior. Asimismo, el sistema de drenaje también nos ha costado un poco pensarlo, pero finalmente hemos dado con él", comenta Munar.

Varias semanas antes de trabajar en la posible curia, los restauradores pudieron recuperar también los muros perimetrales de algunas tabernas del foro, epicentro de la actividad comercial de la urbe romana. "Sabemos, por los restos que se han ido encontrando en el interior de estas tiendas, que se vendía vidrio, por ejemplo, o vino. Pudimos comprobar también que la Habitación Z se convirtió durante una temporada en vertedero", observa el director técnico del yacimiento, Bartomeu Vallori. La próxima labor de restauración (que no podrá terminarse en esta campaña invernal) alcanzará el templo (del siglo I a.C.), acaso el edificio de mayor importancia del yacimiento. Una construcción (debió alcanzar los ocho metros de altura), cuyas prospecciones arrancaron en los años ochenta y que está siendo excavada ahora en toda su extensión. Vallori, señalando y recreando con sus dedos en el aire, explica que el capitolio, el edificio que probablemente daba entrada al foro, era un templo "que presidiría toda la plaza, que continuaría hacia el sur". Entre los restos, quedan en la superficie los vestigios de cuatro columnas, perfectamente identificables. Por paralelismos y época, observa Vallori, es muy posible que el templo que se levantó en Pollentia fuera muy parecido al capitolio de Cosa, en Orbetello, una construcción de carácter muy itálico que demuestra un lazo muy fuerte con Roma. "Algo que también hemos podido comprobar por la cerámica republicana e imperial hallada y por la onomástica de la ciudad romana", indica. Por otra parte, el historiador apunta un dato sobre la población de Pollentia que denota la importancia que ostentó la urbe en su tiempo, un dato que no suele resaltarse lo suficiente: y es que Pollentia es el único lugar que perteneció al Imperio Romano en el que se conoce que hubo pobladores provenientes de la tribu velina, original de la zona del Piceno, en concreto Las Marcas.

Vallori detiene las explicaciones, ha de sumarse a su equipo. En la lontananza, se les ve trabajar a toda máquina, tal y como trabajaron los romanos el día que levantaron Pollentia.