Josep Vicent. Nuevo director de la Orquestra Simfònica. Tomará las riendas de la formación en julio, en el festival de Bellver. De momento, la ´batuta´ de la World Orchestra avanza que una de sus intenciones es provocar una evolución de la agrupación, crear más sinergias con la sociedad y otros sectores culturales y abrir la programación a nuevos públicos.

-Usted igual podría haber conseguido la dirección de una orquesta de más prestigio y con más recursos. ¿El altruismo mantiene el sector cultural vivo?

-A lo primero, le contesto que no creo, tampoco lo sé. Hasta el día de hoy he dirigido orquestas de todo tipo: con mucho nombre, otras con menos nombre. Ahora mismo he encontrado aquí una orquesta fantástica con muchas ganas de crecer y unos gestores que me han convencido de que están luchando y están dispuestos a luchar para que esta orquesta salga adelante. La emoción que yo he sentido estos días ensayando con los músicos ha sido la garantía por la cual yo he aceptado esta responsabilidad. En cuanto a lo del altruismo, veo mi profesión desde la generosidad y el amor. Pero por supuesto que yo soy un profesional y vivo de esto. Sin embargo, a mí no hay nada, ni cheques, ni prestigios, que me aporte más que la emoción que siento encima de un escenario. Y los que me conocen saben que esto no son meras palabras.

-Por otra parte, parece que se acabaron los fichajes millonarios.

-Ha sido vergonzoso. Creo que la gran lacra de la música clásica está ligada a los cuatro lobbies generados por cuatro nombres que están chupando todas las orquestas y los festivales del mundo por unos dineros que son vergonzosos. Es una realidad. Y la he sufrido esa realidad con la World Orchestra. Pero parece que con el paso del tiempo y el cambio generacional las cosas van a su sitio.

-Cuando habla de abrir la programación, ¿a qué se refiere exactamente?

-Veo a la orquesta como un instrumento que se puede utilizar de muchas maneras y que está feliz de implicarse en todas esas maneras posibles que se me ocurren. Mi responsabilidad en los próximos meses es descubrir bien la sociedad de aquí y poder sumar todos los recursos que tenemos. Por eso quiero implicar a la gente de la danza, de la música, quiero mantener la programación sinfónica, los abonos, inspirándolos a descubrir nuevos caminos también. Quiero mover la orquesta geográficamente. Y quiero que siga habiendo cine, que se siga grabando, que se colabore con la gente del rock... Voy a abrir las puertas de la orquesta para impregnarme del deseo de nuestra sociedad. Ellos, los músicos, están felices.

-Igual se encuentra con la oposición de abonados con una visión más tradicional.

-No creo, porque ellos verán que mi amor por la música clásica es igual que el de ellos. Yo lo que quiero es que la música siga viva, y tenemos una vida para descubrir tantas cosas. Mi obligación es que los que estén esta noche [por anoche] aquí y escuchen por primera vez una pieza sinfónica de Piazzolla digan "Uau, qué belleza".

-¿Qué repertorios le gustaría introducir?

-Es un poco pronto, pero ya te puedes imaginar una próxima programación donde aparte de hacer que el ciclo sinfónico sea más extenso, ese ciclo estará rodeado de otra programación. Lo que quiero es que la temporada recoja la diversidad de oferta. Y que se pueda ser abonado de esta orquesta de un modo más transversal. Quiero que sea una aventura venir aquí.

-¿Hay exceso de naftalina en algunos teatros?

-Sí la hay, y sé que hay el enorme deseo de abonados a los teatros de seguir descubriendo nuevas cosas. El abonado de una orquesta lo que no quiere es que le muevan la silla. Él quiere saber que va a poder seguir escuchando la música maravillosa que le encanta. Pero está encantado de descubrir otras a la vez. Como hay una tradición tan larga, los teatros tienen este punto museístico.

-¿Va a introducir cambios en las puestas en escena de la orquesta?

-En todos los conciertos, no tiene por qué ser siempre todo tan solemne. De hecho en muchas actuaciones he aplicado nuevas maneras. Por ejemplo, en la ropa que usa la orquesta, su posición... Yo quiero cambiar la posición de la orquesta. Esta noche [por anoche] vamos a saludar todos como solistas, no solamente el director y el concertino. En mis giras con la World hay cosas que se tocan de pie. El año pasado un sponsor, Camper, nos hizo zapatillas para todo el verano. Y ahora me voy a África, donde tengo un concierto el 7 de febrero [en Durban] con todo un juego de luces. Todo esto hay que aplicarlo. Es el futuro. Con una frase te lo contesto todo: la historia es que vamos a abrir las puertas de la orquesta hacia fuera y hacia dentro. Hoy [por ayer] vamos a intentar que la energía y el discurso rítmico de la sinfonía de Dvorak sea del siglo XXI. Y vamos a sacar a músicos del escenario esta noche [anoche]. Vamos a jugar ya desde el día 1. Tengo un compromiso sincero de provocar una evolución en la or sinfónica.

-¿Una orquesta es una ruina económica?

-¡Y un coche! ¿Y un colegio, y un museo y una familia? Todo es una ruina económica. Depende de cómo la calcules. Una orquesta es un órgano con potencia para regenerar, con una capacidad para generar contactos, sirve como acción diplomática, como espacio para la promoción de una tierra, puede generar turismo y contactos para los gestores de esta tierra. Es un arma educativa, lúdica, un instrumento que tiene capacidad para comunicar ideas, puede hacernos sentir más dignos. Una orquesta inspira. No es una ruina económica. Es más ruina económica un milímetro de autopista que una programación sinfónica.

-Sabe que le voy a preguntar por el Auditòrium.

-El Auditòrium tiene mejor acústica, un montón de ventajas, pero a mí este sitio [el Principal] me parece un pequeño templo que creo que puede convertirse en un auténtico lujo conseguir entrar aquí. Aparte de las desventajas que te he dicho frente al Auditòrium, la ventaja que tiene el Principal es que es un teatro. A mí me encanta la idea del teatro, además es un impulso económico importante para esta orquesta. Me encantaría volver al Auditòrium, pero para hacerlo habría que encontrar otra formar de comunicarnos con ese auditorio. No puede ser que haya un desgaste económico tan grande para esta orquesta. Por otra parte, sería espectacular que en el futuro se terminen las cosas que están a medias, es decir, el Palacio de Congresos.

-¿Cuáles son sus compositores preferidos desde el punto de vista de la dirección de orquesta?

-Soy fan de las músicas de Stravinsky, Dvorak, John Adams, Tchaikovsky, Piazzola, Xenakis... Soy un gran fan de Shostakovich. Sé que esto es algo que mucha gente no comparte. Creo que soy muy ecléctico programáticamente.